vitoria - Adiós al cuento de hadas que representaba la cuarta ACB de la historia. Los sueños azulgranas de asaltar ocho años después la cúspide saltaron por los aires. El Baskonia deberá esperar a una mejor ocasión para recuperar la supremacía a nivel estatal. La final arrancó de manera inmejorable con una victoria que, a la postre, ha sido un bonito espejismo. Recuperado del susto inicial y sustentado en una plantilla interminable, el Real Madrid le ha cogido la medida hasta el punto de cortocircuitarle, sacarle por completo de sus casillas y dejarle sin oxígeno.

El verdugo que puso los clavos definitivos al ataud alavés fue Luka Doncic, autor de un triple estratosférico con 78-81 en el marcador que cercenó las últimas esperanzas. Saltando a una pierna y apurado por el final de la posesión, el niño prodigio esloveno firmó su última pincelada de calidad antes de vivir el sueño americano. Con independencia del fatal desenlace o las tres derrotas consecutivas que han alumbrado la diáfana superioridad merengue, pocos reproches merece un Kirolbet que se dejó hasta la última gota de aliento sobre la cancha y luchó en balde hasta la extenuación.

La suya fue una muerte dulce ante el campeón de Europa, un dragón de innumerables cabezas que extrajo petróleo de su mayor profundidad de banquillo y contó con un héroe inesperado durante muchos minutos. Rudy Fernández se convirtió en el brazo ejecutor de los vitorianos, excesivamente revolucionados y carente de un punto de cordura cuando el partido se endureció y se registraron brotes de dureza como ese alevoso codazo de Reyes a Shengelia.

Fue un constante querer y no poder por parte de un Baskonia con la lengua fuera a la hora de seguir el eléctrico ritmo impuesto por un Real Madrid de gatillo fácil y sobrado de lugartenientes de lujo ayer (Campazzo y Ayón). Descabezado en la dirección y sin más munición que los aislados fogonazos de Beaubois y Janning en el perímetro, el conjunto vitoriano hincó la rodilla con excesiva facilidad. Sobró corazón y testosterona. En cambio, faltó sosiego, sangre fría y oficio para añadir cloroformo a una velada de cuchillos afilados. La frustración al ver que se escurría de las manos el título liguero le sumió progresivamente en un estado de histeria del que no logró despojarse. El Madrid se limitó a mantener la compostura y agradeció la infinita calidad de todos sus elementos para llevar la delantera en el marcador.

rudy coge su fusil La puesta en escena azulgrana volvió a invitar a la esperanza con un reparto equilibrado del protagonismo en ataque. El despertar blanco coincidió con el ingreso de sus suplentes de lujo, especialmente Rudy. El balear causó un destrozo irreparable en un segundo cuarto donde se fue hasta los 17 puntos pese a los diferentes defensores que le encomendó Pedro Martínez. Ni Timma ni Garino pudieron atar en corto a un alero rejuvenecido que propició la reacción de un Madrid con un plan bien trazado para hurgar en los puntos débiles alaveses. Pablo Laso volvió a regalar el tiro a especialistas sospechosos como Huertas y, sobre todo, Shengelia, una jornada más descentrado y por debajo de sus prestaciones habituales pese a que las faltas no hicieron esta vez mella en sus evoluciones.

La progresiva pérdida de chispa trató de ser mitigada por Pedro Martínez, que recuperó para la causa a Granger en busca de soluciones ante los pesados grilletes merengues. El único faro de continuidad en las filas locales volvió a ser Janning, arrebatador desde la línea de 6,75 con varios misiles que reactivar a un Baskonia siempre a rebufo de lo que propuso su opulento adversario. Beaubois se sumó más tarde.

Las revoluciones subieron tras el descanso tras un codazo de Reyes a Shengelia que sacó de quicio al cuatro georgiano, que trató de ajustar cuentas en la acción posterior con Tavares. De ese ambiente crispado salió beneficiado el Real Madrid, más estable y sereno para alcanzar una renta preocupante al término del tercer cuarto que salvaguardó con inteligencia en la recta final. El Kirolbet nunca le perdió la cara al encuentro hasta un triple de otro planeta a cargo de Doncic. En definitiva, adiós a una temporada redentora en muchas facetas que ha colocado unos cimientos interesantes para el futuro. Con la continuidad de la actual espina dorsal y algún refuerzo de campanillas para la dirección, este grupo puede brindar muchas alegrías.

Acelerado y ansioso. Descabezado en la dirección y con una deficiente respuesta de sus bases, el Baskonia perdió el rigor a partir del primer cuarto y fue presa fácil de un Real Madrid más estable en todas las facetas. Sobró crispación y faltó sangre fría ante un rival superior.

Rudy, una pesadilla. Nadie contaba con un balear tan enchufado para provocar un destrozo irreparable en la defensa azulgrana, especialmente en un segundo cuarto donde se fue hasta los 17 puntos.

Agotamiento. Los fogonazos de Janning y Beaubois fueron insuficientes ante un oponente más equilibrado y que le llevó al límite. El Kirolbet siempre fue a remolque hasta acabar desfondado.