Uno de los grandes problemas que habían lastrado el rendimiento del Kirolbet Baskonia en los dos encuentros disputados en Estambul fue la inusual falta de puntería de uno de los grandes killers azulgranas desde la larga distancia. De esta manera, Rodrigue Beaubois consumió nada menos que 79 minutos y 50 segundos sin poder anotar un lanzamiento desde la línea de 6.75. Pese a que lo había intentado nueve veces entre los dos choques, el resultado siempre había sido el mismo, el error. Solo en los instantes finales del duelo del pasado viernes, con todo ya perdido, por fin rompió la racha negativa para plantarse en el Buesa con un acumulado de 1/10 en triples.

Y quizás ese postrero acierto se convirtió en una señal del brutal cambio que iba a experimentar el jugador francés. No hubo que esperar mucho para comprobarlo. Al poco de arrancar la tercera cita de la serie, el galo comenzó a descorchar el tarro de las esencias y se convirtió, indudablemente, en uno de los grandes protagonistas de la velada. Con su habitual gesto inmutable Beaubois recogió ese fusil que le había fallado en los choques precedentes y recuperó su sangre fría de certero francotirador para, de golpe, acabar el primer cuarto con más triples convertidos de los que había anotado en los partidos previos.

Un acierto que le acompañó durante todo la contienda y que le permitió alcanzar el final con un brillante expediente de 21 puntos anotados con unos grandes porcentajes además (4/7 en tiros de dos y 4/6 desde la línea de 6.75).

Esa gran puntería pareció contagiar al resto del equipo, que se atrevió igualmente a buscar la canasta desde la larga distancia y ahí cimentó buena parte de su victoria. Porque el Baskonia acabó ayer con un espectacular 56% (14/25) en triples.