Rendido a la lógica más aplastante de un rival superior y sin gasolina en el tramo de la verdad. El Baskonia se ha quedado ya prácticamente sin red en lo que resta de Euroliga para satisfacer el cada vez más complejo objetivo del Top 8. La cruda realidad se cebó ayer con un forastero empeñado, eso sí, en rebelarse contra un destino escrito de antemano y llevar al límite al más firme candidato al reinado continental. Tras aguantar el tipo al CSKA durante tres largos cuartos, el conjunto vitoriano se desmoronó como un castillo de naipes en el peor momento. Remar y remar hasta la extenuación para terminar desfondado y carente de aire en los pulmones pese a que Pedro Martínez abrió al máximo el abanico de las rotaciones con el fin de mantener la frescura hasta el epílogo.
La ilusión se escapó por el sumidero en diez minutos finales realmente aciagos. Con la lengua fuera y consumido por el titánico esfuerzo, el Baskonia recibió el previsible tiro de gracia de un ogro que nunca levanta el pie del acelerador a la hora de acribillar con saña el aro rival. En cuanto el CSKA elevó el listón de la intensidad, las pérdidas infantiles hicieron acto de presencia y se quebró el idilio desde el perímetro con unos porcentajes más terrenales fruto del desgaste físico, el partido se torció de mala manera y viró hacia el poderoso. Un desenlace hasta cierto punto previsible en el Megasport Arena porque salir airoso de un intercambio de golpes con las rutilantes estrellas en manos de Dimitris Itoudis constituye una misión imposible.
El desfallecimiento final, traducido en seis solitarios puntos entre los minutos 30 y 38, dejó en un segundo plano el notable rendimiento azulgrana. El Baskonia no se vio amedrentado nunca por el poderío ruso pese a que su columna vertebral naufragó por completo. Un irrelevante Shengelia maquilló la estadística cuando la derrota era una triste realidad, Beaubois careció del instinto asesino de jornadas precedentes y Timma retornó a su versión más desesperante tras los brotes verdes de Las Palmas. Así resultó inviable la sorpresa ante el CSKA, que dio la sensación de jugar al tran tran y se despegó con una facilidad inusitada amparado en sus numerosos rebotes ofensivos, la magia del Chacho, la elegancia de Clyburn y el solvencia del todoterreno Higgins, una pesadilla que ensanchó la ventaja moscovita con sus lanzamientos esquinados.
torbellino uruguayo Agarrado al pletórico acierto ofensivo de Granger, que a falta de rigor para mover al equipo y hacer mejores a sus compañeros brindó al menos soluciones a nivel individual, el Baskonia llegó vivo al último cuarto. Pedro Martínez agitó el árbol concediendo un mayor protagonismo a piezas invisibles en la pasada Copa como Garino o Ilimane. Sin embargo, el tiro le salió por la culata con el enésimo voto de confianza a Huertas. El brasileño firmó dos minutos tétricos en los albores del duelo que devolvieron al primer plano a Vildoza, muy inseguro al frente del timón cuando el CSKA metió la directa en pos del triunfo. El marcador reflejaba un esperanzador 71-71, pero los siguientes minutos enterraron el sueño de profanar el santuario moscovita.
Llegó un mal trago en forma de pérdidas y ataques pésimamente ejecutados ante la vulnerable defensa rusa. Sin hacer nada del otro mundo y limitado exclusivamente a aprovechar los regalos alaveses, el CSKA se disparó en el marcador (92-77) y se permitió incluso el lujo de vivir una plácida recta final. Demasiada candidez a la hora de tender una alfombra roja a las estrellas de Itoudis y una clamorosa falta de consistencia ya atisbada en numerosos momentos de la temporada. El Baskonia se derritió en el peor momento, víctima de esa fragilidad que le impide dar un salto cualitativo ante los grandes del Viejo Continente. Posiblemente era lo esperado en esta ocasión teniendo en cuanta la magna identidad de su adversario. Quedan tan solo siete jornadas y el camino se vuelve cada vez más pedregoso pese a las bondades del calendario a corto plazo.
Desfallecimiento letal. Los primeros minutos del último cuarto condenaron a un Baskonia reincidente en sus errores. Las segundas opciones del CSKA, las pérdidas inocentes y la excelsa calidad de Clyburn, Higgins o el Chacho hicieron inviable la gesta de profanar el Megasport Arena.
De tú a tú en Moscú. El equipo vitoriano se sumergió en un frenético intercambio de golpes con los rusos durante treinta minutos, pero terminó hincando a la postre la rodilla ante un rival superior y con más recursos.
Sin columna vertebral. El mal día de Beaubois, Shengelia y Timma, inoperantes a más no poder, supuso un grave lastre para las aspiraciones azulgranas de dar la sorpresa.