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Un Baskonia de dulce. Tras dejar atrás un infernal tramo del calendario, el equipo ha vuelto a recuperar la alegría, el dinamismo, el altruismo y el ardor defensivo. Sorprendió que en una jornada como ayer no recurriera a los servicios de Vildoza e Ilimane. Sigue dando confianza a Malmanis en el puesto de ‘cuatro’ y agradeciendo la buena respuesta de los hombres de banquillo.

Comienzo salvaje. El Baskonia acometió por la vía rápida la defunción de un Barcelona moribundo. Beaubois maltrató sin piedad a Navarro durante esta fase y la defensa alavesa tan solo permitió una solitaria canasta de Tomic en los nueve minutos iniciales de la confrontación. Ese 24-2 finiquitó cualquier atisbo de incertidumbre en el Buesa.

Dos polos opuestos. Vitorianos y catalanes estuvieron separados ayer por un mundo en cuanto a lectura del juego, talento físico, intensidad, ambición y riqueza táctica. El colmillo afilado del Baskonia contrastó sobremanera con la apatía de los hombres dirigidos por Sito Alonso, cuya situación ya es insostenible en la Ciudad Condal.

vitoria - Como el día y la noche. De un lado, un Baskonia rocoso, solidario y con las dosis de electricidad necesarias. Por el otro, una versión ciertamente tétrica del Barcelona más apocado y estrepitoso que ha pisado el Buesa Arena en años. Como consecuencia de ambos polos opuestos, el duelo estrella de la jornada quedó reducido a cenizas a las primeras de cambio. La monotonía derivada de la aplastante superioridad vitoriana se prolongó desde el minuto 1 al 40. Un paseo militar que acerca sobremanera el objetivo de la segunda plaza en la fase regular de la ACB y, sobre todo, amenaza con dejar secuelas mortales de necesidad en un gigante culé masacrado en la cancha de Zurbano y empeñado en seguir dilapidando esta temporada toneladas de prestigio bajo la batuta de Sito Alonso y con una plantilla indigna de uno de los clubes más adinerados de Europa.

Si se trataba de marcar territorio antes del enfrentamiento copero previsto dentro de unos días en el Gran Canaria Arena, el Baskonia dejó claro tanto su colmillo afilado como su capacidad intimidatoria. Le infligió un correctivo por momentos histórico a un Barcelona deformado, desquiciado con los colegiados y tratado casi como un pelele. El baile a los culés adquirió tintes escandalosos en una jornada que ni el más optimista de los seguidores hubiera imaginado. Ese 24-2 inicial, de nuevo con Beaubois erigido en un cuchillo contra una defensa de mantequilla, resquebrajó la frágil moral catalana.

Entre dos equipos distanciados por un mundo en cuanto a estado de ánimo, ambición, talento físico, riqueza táctica o clarividencia sobre la cancha, no hubo ningún conato de incertidumbre. El aperitivo copero fue un visto y no visto para el Baskonia, que resolvió mediante un contundente derechazo inicial y ya pudo vivir de las rentas durante toda la confrontación. Si el anfitrión acudió al combate con tanques y bazocas, el Barcelona más ridículo de la historia reciente lo hizo con balas de fogueo y pistolas de agua.

firmeza ante apatía La emoción no duró ni un suspiro en un Buesa Arena sumido en la perplejidad ante el sideral desequilibrio de fuerzas. Para cuando algunos rezagados ocuparon su silla, el Baskonia ya había provocado un destrozo irreparable a un cadáver vestido de azul. Con una canasta de Tomic como solitario bagaje ofensivo en los nueve minutos iniciales, el Barcelona justificó su estado casi terminal. Fue reducido a escombros por un volcánico anfitrión que abrió brecha, en parte, gracias al desigual emparejamiento entre Beaubois y Navarro, presente y pasado de un deporte que no se apiada de la viejas glorias. Dando continuidad a su exhibición ante el Estrella Roja, el francés maltrató sin piedad a la envejecida Bomba, uno de los muchos lastres de un visitante fantasmagórico y desprovisto de alma que definitivamente ha tocado fondo.

Nada exigido y sobrado a través una alfombra roja, el vitoriano volvió a ser un colectivo rebosante de ardor y efervescencia en todas las facetas que ridiculizó a un supuesto aspirante a los títulos. Su extrema firmeza contrastó con la sonrojante apatía blaugrana. Ese 51-19 del minuto 17 retrató la supremacía del Baskonia, una orquesta perfectamente afinada en la que apenas hubo distinción entre la aportación de titulares y suplentes. Tras sortear una infernal fase del calendario, la tropa alavesa ha recuperado sus célebres señas de identidad, su pegada y también la versión más descollante de piezas bajo sospecha como Huertas o el multidisciplinar Voigtmann, que regaló asistencias de fantasía a sus compañeros.

La profunda herida del Barcelona, que descargó su frustración con el trío arbitral y se ganó hasta tres técnicas tras el descanso, pudo ser mayor de no haber mediado la relajación local, los brotes de individualismo en algunos jugadores como Shengelia o los continuos errores desde la personal. Para sonrojo y descrédito blaugrana, incluso Sito Alonso volvió a ser objeto de la mofa más ácida con cánticos hacia su delicada situación en el banquillo de la Ciudad Condal. Que el técnico fulminado el pasado verano por Josean Querejeta mantenga su cargo para el asalto a la Copa del Rey, sería el último disparate de una sección de baloncesto culé convertida en una feria.

Atraviesa un dulce momento de forma. Destrozó a un envejecido Navarro y dio continuidad a su exhibición ante el Estrella Roja. En su plenitud física, es de los mejores ‘doses’ de Europa.