El inolvidable Manel Comas dejó para la posteridad un buen número de frases antológicas que se ajustan como un guante a algunas de las situaciones que se viven en el baloncesto profesional. Una de ellas fue la que bautizó como táctica del conejo, concepto con el que bautizó el desarrollo de los encuentros en los que un equipo se pasa la mayor del tiempo por detrás en el marcador para, en el último momento, darle l vuelta al resultado y asestar el golpe de gracia a un adversario que ya no tiene margen posible para reaccionar.
Pues bien, el Baskonia pareció querer realizar ayer un sentido homenaje al que ha sido uno de los entrenadores más importantes de su historia y aplicó esta particular teoría al Estudiantes. Y el conjunto colegial la sufrió en toda su crudeza. Porque muy pocos podían pensar que el plantel madrileño acabaría perdiendo el duelo cuando, por ejemplo, en el arranque de la segunda parte el plantel vitoriano se situaba nada menos que diecisete puntos por detrás en el luminoso (57-40). Esa fue la máxima renta de la que disfrutó el Estudiantes pero durante prácticamente todo el choque fue capaz de mantener una tranquilizadora decena de puntos de ventaja.
Sin embargo, en el momento de la verdad, y pese a haber firmado hasta entonces uno de sus peores encuentros de toda la temporada -y eso que hay unos cuantos malos entre los que poder escoger-, el Baskonia fue capaz de escapar de la madriguera en la que parecía estar condenado a la espera de su ejecución definitiva.
Poco a poco, la escuadra azulgrana comenzó a acercarse en el marcador cuando el choque enfilaba sus cinco minutos finales y el cuadro local empezó a sentir una presión hasta entonces desconocida. Así, tras pasarse 37 minutos persiguiendo siempre al Estudiantes, un triple de Janning (80-83) dio la primera ventaja a los de Pedro Martínez a falta de 2.54 para el final. El primer acto de una perfecta táctica del conejo que culminó Granger en el último segundo para situar el definitivo 87-89.