vitoria - Nunca un descarte como el suyo en una pretemporada tuvo efectos tan terapeúticos para el Baskonia antes de que el balón echara a rodar de forma oficial. En una jornada sin vuelta atrás de cara a la laboriosa conquista del pasaporte copero, el picante estará servido con el aterrizaje entre la expedición del Real Betis del menudo Oderah Anosike.

Con telarañas en las arcas y obligado durante ese mercado estival a correr un cierto riesgo en todos sus movimientos, el club vitoriano apostó muy fuerte en el verano de 2015 por los servicios de este poste estadounidense con pasaporte nigeriano, uno de los primeros fichajes que pasó a disposición de Velimir Perasovic con el fin de reforzar un juego interior donde ya figuraban Toko Shengelia, Kim Tillie, Darko Planinic e Ilimane Diop.

El entorno azulgrana carecía de excesivas referencias suyas y no acogió su contratación con una alegría desmesurada. En realidad, Anosike levantó muchas sospechas desde el principio dentro y fuera del Baskonia. Su mejor aval era la vitola de máximo reboteador en la Lega italiana durante la temporada anterior. Con casi 11 capturas por partido ataviado con la camiseta del Sidigas Avellino, este cinco atípico formado en la Universidad de Siena y huérfano hasta ese instante de un pasado de relumbrón había llamado poderosamente la atención de Alfredo Salazar, un lince a la hora de descubrir mirlos blancos que en esta ocasión no hizo diana con la eficacia que en él es habitual.

Pese a su escasa estatura -los 203 centímetros que le concede Wikipedia resultan muy generosos-, Anosike respondía a un perfil del que la entidad del Buesa Arena había adolecido casi siempre. Los informes hablaban de un poste bastante pequeño para codearse al más alto nivel en la Euroliga pero, a cambio, saltarín, corpulento, ancho y de trazos más defensivos. Básicamente, estaba destinado a elevar la temperatura atlética bajo los tableros.

de camino al aek Las sospechas respecto a su fallida incorporación se acentuaron en cuanto Perasovic le vio en directo en la pretemporada. Al técnico croata no le entró por los ojos y el club puso entonces toda la maquinaria en marcha para rescindir su contrato, de una única temporada. Mucho más cuando se puso a tiro un pívot contrastado y con más cicatrices en el cuerpo que con el transcurrir del verano fue rebajando paulatinamente su caché.

Entre seguir con el controvertido Anosike o acatar el desembarco de Ioannis Bourousis, para muchos ya de vuelta pero obligado en Vitoria a relanzar su carrera tras un difícil segundo año en el Real Madrid, tanto el Baskonia como el entrenador nacido en Split no albergaron dudas.

Bendecido por casi todo el mundo pese a los sonados enfrentamientos que había mantenido contra el equipo vitoriano y su afición durante diferentes etapas de su carrera, el veterano griego -ahora cubriéndose de oro en China- capitaneó la mejor temporada azulgrana de la historia reciente. Su dictadura en la pintura permitió al inquilino del Buesa acceder ocho años después a la Final Four de la Euroliga y soñar con la gloria en Berlín. El tiro errado por Darius Adams en la semifinal ante el Fenerbahce despertó a todos del sueño.

Sin llegar a jugar un minuto oficial tras participar tan solo en los amistosos, Anosike abandonó a primeros de octubre la capital alavesa por la puerta de atrás tras ser tentado por el AEK griego, donde tampoco gozaría de excesiva suerte y apenas duraría unas semanas. Su caso recordó años atrás a otra fallida apuesta del Baskonia como Pops Mensah-Bonsu, un díscolo interior británico que tampoco convenció a Ivanovic y vio rescindido su contrato antes del arranque de la campaña.

El jugador del Betis, un firme candidato al descenso a LEB Oro pese a su amago de remontada durante el último mes de competición, promedia a lo largo de este ejercicio 10 puntos y 6 rebotes. Números que, siendo aceptables, no están ayudando al inestable combinado andaluz a ver la luz al final del túnel.