Vitoria - En ocasiones, el destino se empeña en mostrar su perfil más cruel y el Baskonia ha sido desgraciadamente víctima de ello esta semana. En apenas cuarenta y ocho horas, el combinado azulgrana ha encajado dos dolorosas derrotas que se han consumado, además, con sendas crueles puñaladas en la misma herida. La primera llegó el miércoles frente al Real Madrid cuando el equipo dejó escapar un duelo que tenía prácticamente en su mano en su epílogo y anoche, con la sangre todavía manando abundantemente por la llaga, el Milán hundió todavía un poco más la daga en las entrañas alavesas. Tras un encuentro bastante gris, la reacción final permitió a la tropa de Pedro Martínez alcanzar el último minuto con opciones nítidas de victoria.

Una canasta imposible de Beaubois -marca de la casa- situó al Baskonia uno arriba a falta únicamente de 18 segundos por disputarse. Entonces, el cuadro vitoriano optó por buscar la defensa en lugar de cometer una falta y obligar a su adversario a enfrentarse a los tiros libres. La estrategia estuvo a punto de salirle bien pero, con apenas siete décimas en el cronómetro, Theodore ejecutó a conjunto local con una bandeja tras una potente penetración.

De nuevo un golpe durísimo que echaba por tierra todo el duro esfuerzo realizado para llegar hasta ese punto y reponerse de una pésima primera parte. Pese al varapalo, Pedro Martínez aprovechó el último tiempo muerto que le restaba para dibujar en la pizarra una última jugada con la que buscar el milagro. Y por increíble que pueda parecer, éste estuvo a punto de producirse.

Los movimiento sin balón permitieron a Shengelia recibir en ventaja el balón servido por Timma desde la banda y, dentro del tiempo, el georgiano buscó la canasta ganadora a través de un alley oop cercano al aro. En ese suspiro el Buesa Arena contuvo el aliento y cuando la pelita salió despedida del aro no pudo evitar proferir una maldición conjunto. De nuevo el capitán, al igual que cuarenta y ocho horas antes en Madrid, se topó con el infortunio en el último suspiro.

Theodore, Goudelock, Micov y compañía causaron un destrozo irreparable en el Buesa Arena. La defensa de los exteriores de Pedro Martínez dejó mucho que desear y el talento del Armani salió a relucir a borbotones en una velada torcida desde el arranque.