Rabia infinita y crueldad máxima. Entre la colección de victorias regaladas por parte del Baskonia durante su impoluta trayectoria en la Euroliga, la de ayer ocupará desgraciadamente un destacado lugar. La tropa vitoriana pudo y debió acabar con la inmaculada racha de un Real Madrid más terrenal que nunca al que no solo tuteó sino que dominó con cierta suficiencia hasta el minuto 35. Solo le quedaba dar el toque de gracia al anfitrión, pero a la postre se ahogó en la orilla tras encajar un fatídico parcial de 11-1.

Estrellado ante una zona 2-3 de Laso que acentuó la inmadurez de Vildoza, que permaneció un mundo sobre la cancha ante la sorprendente parálisis de Pedro Martínez en el banquillo, y abandonado por sus principales faros ofensivos, terminó regalando la victoria a un cuadro blanco donde Rudy Fernández se disfrazó de héroe. Tras un error grosero de Shengelia bajo el aro, la puntilla definitiva procedió de la fina muñeca del balear, muy inteligente para hacer caer en la trampa a Granger con su finta hacia el lado izquierdo y brazo ejecutor del puñal definitivo que hundió en la miseria al Baskonia.

Cruz en la moneda al aire debido a una caótica gestión en el epílogo, la sensación de indulto a un grande y una ocasión de oro que se marcha al limbo para colocar el aliento en la nuca a los predecesores en la tabla continental. Al maratoniano azulgrana se le acabó la gasolina antes de tiempo con un carrusel de errores que clamaron al cielo. Todo se puso de cara para conquistar el WiZink Center, pero un solitario punto en los seis minutos finales -concretamente un tiro libre de Beaubois- constituyó un bagaje a todas luces insuficiente. A Vildoza, héroe durante muchos minutos y de nuevo en el primer plano ante el tétrico estado de Huertas, se le vieron las débiles costuras en la dirección, pero responsabilizarle de la derrota sería injusto.

El aro se le hizo diminuto al Baskonia y la nula clarividencia ante la zona de Laso terminó de sepultar las esperanzas de hacer algo grande. Pese al ímprobo esfuerzo o las toneladas de sudor derramadas, la formación vitoriana regresó a casa de vacío y con una dura cornada en el cuerpo. Y todo ello después de que Pablo Laso encontrara el antídoto perfecto para frenar la caída de sus pupilos, sometidos casi siempre por los férreos grilletes de un visitante muy mejorado respecto a sus últimas salidas pero falto de las tablas, el oficio y el instinto asesino que demandan la Euroliga para conseguir el ansiado salto de calidad.

una cara reconocible El premio gordo de una victoria con un valor incalculable se escurrió de mala manera prácticamente sobre la bocina cuando el Baskonia se sentía ganador en el WiZink Center a falta de cinco minutos para la conclusión. Esa canasta de Beaubois (64-72) dio paso a la catástrofe pese a las dudas de un Real Madrid que, lejos de su mejor versión, se encontró de rebote con una victoria hasta cierto punto inmerecida.

Antes de su desfallecimiento final, el Baskonia ofreció su cara más reconocible en una velada donde minimizó el excelso poderío anotador blanco. En los ocho minutos iniciales, tan solo permitió seis puntos a un anfitrión sobrado de recursos en el que Rudy se convirtió en un elemento indescifrable para compensar el alto grado de desquiciamiento de Doncic en varias fases. El niño prodigio esloveno restó en esta ocasión mucho más de lo que sumó ante el óptimo despliegue físico del perímetro alavés.

El Baskonia, eso sí, volvió a ser un colectivo con rendimientos muy dispares. En el lado positivo de la balanza, Beaubois brindó dinamismo en ataque, Vildoza -primera rotación en el puesto de base-, exhibió otra vez buenas dosis de desparpajo y acierto triplista antes de ser el gran damnificado por la zona de Laso. Como aspectos más negativos, Timma confirmó su falta de confianza ante el aro rival y Huertas, de mal en peor, firmó varios minutos tenebrosos al final del segundo cuarto que posibilitaron la resurrección merengue. Las pérdidas de balón también hicieron un flaco favor a la hora de consolidar el dominio en el marcador durante muchas fases.

El partido subió de revoluciones tras el descanso, momento a partir del cual los francotiradores de ambos equipos entraron en erupción. Los misiles de Timma y Beaubois encontraron el contrapunto en Causeur, perfectamente alimentado por Campazzo y siempre liberado en las esquinas. Las contadas desatenciones defensivas azulgranas tan solo se produjeron en el marcaje al elegante escolta francés, autor de 11 puntos en el tercer cuarto pero que alimentó las esperanzas en las filas visitantes con sus continuos errores desde la personal. En definitiva, un mal trago completamente inesperado que, sin embargo, debe digerirse con rapidez ante la cercanía del duelo ante el Olimpia Milán. Para acceder al Top 8, el Buesa Arena debe ser un fortín en lo que resta de Euroliga y el decepcionante cuadro italiano carece de la pujanza de otros.

Su dinamismo ofensivo resultó un filón para el Baskonia, si bien el francés desapareció de la pista en la recta final y también flaqueó en el marcaje a Causeur. Letal en las penetraciones.