vitoria - El baloncesto es, a menudo, un deporte inexplicable que depara mutaciones dignas de la visita a un psicoanalista. El Baskonia se las prometía muy felices con un marcador incontestable (70-45) que reflejaba su abrumadora superioridad sobre un visitante entregado. El Buesa Arena era sinónimo de felicidad absoluta e incluso se hacían cábalas sobre la cuantía de un correctivo histórico a un rival directo venido a menos de forma alarmante, pero de repente se hizo de noche. Aconteció una pájara monumental que alumbró un partido completamente nuevo. El cuadro vitoriano perdió el rigor en los dos aros durante varios minutos horripilantes en los que sufrió un absurdo ataque de pánico y el Barcelona, reanimado por un sublime Ribas, la raza de Hanga y el oficio de Navarro , resurgió de las cenizas para sumir a la cancha de Zurbano en un estado de histeria colectiva.
En el colmo de todos los despropósitos, dos triples de Ribas y Navarro elevaron el 81-82 al marcador a falta de 46 segundos para la conclusión. Entonces regresó la cordura a un anfitrión ciclotímico que recompuso su figura a tiempo para evitar un desastre de dimensiones mayúsculas. Shengelia forzó a Moerman en el poste bajo y devolvió la delantera en el marcador gracias a dos tiros libres. A renglón seguido, la Bomba se trastabilló y Janning le robó la cartera de forma inteligente. Para completar la trilogía de acciones positivas, Huertas recibió un golpe que no venía a cuento por parte de Tomic y su sangre fría desde la personal certificó una victoria indispensable para prolongar las esperanzas en la Euroliga. El triple a la desesperada de Navarro ni siquiera alcanzó el aro.
Respiró entonces de alivio el baskonismo, incrédulo ante las dos caras de un equipo que, si bien salvó los muebles, acabó con el susto metido en el cuerpo tras un desconcertante cuarto final. Una ración de sufrimiento que no venía a cuento ante un lastimoso Barcelona que agradeció una salvaje retahíla de errores en las filas locales cuando el viento soplaba a favor. El parcial desfavorable alcanzó tintes escandalosos (4-29), aunque el conjunto vitoriano terminó amarrando una victoria de un valor incalculable que, a la postre, le mantiene vivo.
shengelia, un demonio Favorecido por la llegada de un visitante aberrante que no puede haber caído más bajo la dirección de Sito Alonso, el Baskonia negó durante casi tres largos cuartos cualquier indicio de emoción a una velada insípida por la contundente supremacía local. Si el Baskonia no se apiadó hace días de un histórico de la casa como Velimir Perasovic para darle la puntilla como máximo responsable del Anadolu Efes, ayer también amenazó con dejar herido de muerte a otro viejo conocido recibido con música de viento y objeto de mofa en el Buesa Arena con algunos cánticos hirientes. La guillotina también sobrevuela con más fuerza que nunca sobre un técnico madrileño que ha hecho del Barcelona un fantasma, un grupo de feria y el peor equipo de la Euroliga.
La escasa resistencia culé no restó ni un ápice de mérito a un Baskonia que, hasta su desfallecimiento final, cumplió su parte del guión y mostró una autoridad notable en todas las facetas. Un latente desequilibrio de fuerzas que hizo honor a la desigual trayectoria reciente de unos y otros. Tras los triunfos de prácticamente todos los rivales directos en la pelea por el Top 8, el Baskonia carecía de margen de error y finalmente se hizo fuerte en el Buesa Arena antes de una nueva final ante el CSKA. Capitaneado por Toko Shengelia, un demonio que aguijoneó el aro catalán con toda la crudeza del mundo, los alaveses vivieron una montaña rusa de emociones pero, al menos, siguen la estela de los mejores.
En una inmaculada primera mitad donde tan solo falló un tiro de campo, el capitán destapó el tarro de las esencias con un magistral concierto ofensivo. De inicio, abrió el fuego desde el 6,75 para conducir en volandas a un anfitrión decidido a aprovechar los regalos y la candidez visitante. Toko deleitó al personal con canastas de todos los colores. A sus bombas exteriores se sumaron canastas en transición, reversos, fintas, alguna puerta atrás... Y todo ello ante la atenta mirada de un impasible Sito Alonso, el entrenador que supervisó su carrera durante el pasado ejercicio.
Shengelia mostró el camino a un equipo de nuevo reconciliado con el fabuloso acierto exterior, la fluidez, la circulación de balón y el vértigo. Sin embargo, el Baskonia fue mucho más en una noche donde, a la postre, consintió la resurrección blaugrana con sus múltiples despropósitos. El Barcelona mostró punto por punto las razones de su calamitoso estado. Un grupo destrozado en el plano anímico ante el que el Baskonia olió rápidamente la sangre y le sometió a un martilleo constante para amasar cómodas rentas. Con un entrenador superado cuya cabeza pende de un hilo, varios jugadores sumergidos en el ocaso de su carrera y una apatía generalizada difícilmente comprensible a estos niveles, el cuadro catalán fue el invitado perfecto para la redención alavesa tras la decepción de Milán. Por todo ello, nadie podía imaginar un final tan angustioso.
Una pájara incomprensible. Con una interminable secuencia de errores en los dos aros, el Baskonia encajó en apenas unos minutos un parcial de 4-29 que reanimó a un Barcelona deprimido y estuvo a punto de tirar por la borda su excelente trabajo durante casi tres cuartos.
Temple final. Cuando languidecía sin remisión y se esfumaba una victoria fundamental de forma ilógica, el cuadro alavés despertó a tiempo del letargo en los segundos finales con buenas defensas y sangre fría desde el tiro libre.
Dominio acentuado. Guiado por Shengelia, el Baskonia sometió a su triste rival a un martilleo incesante con un baloncesto alegre, altruista y dinámico aderezado de acierto exterior.