vitoria - El Baskonia experimentó el pasado domingo en el Poliesportiu d’Andorra una sensación muy conocida en los últimos tiempos. La del equilibrista que se tambalea durante muchos minutos sobre una fina cuerda y, en un alarde de sangre fría y control de las emociones, finalmente acierta a no despeñarse hacia el vacío. Son numerosas ya las situaciones límite que ha sabido resolver esta campaña y en el Principado se vivió un nuevo capítulo del espíritu indestructible de un equipo cuya cotización se encuentra por las nubes en la ACB y la Euroliga tras una asombrosa secuencia de victorias.

Pese a sentir el aliento de varios rivales en el cogote hasta prácticamente el bocinazo final, el equipo vitoriano sigue mostrando un encomiable espíritu de supervivencia. Cuando la dinámica de cualquier colectivo es ganadora, tradicionalmente una pizca de fortuna también suele acompañar y el maratoniano azulgrana puede dar fe de ello con algunos desenlaces afortunados que le han permitido prolongar su actual cuento de hadas.

En la Euroliga, el Panathinaikos, el Estrella Roja o el Anadolu Efes ya han hincado la rodilla ante la dureza mental de un Baskonia incapaz de conjugar el vocablo rendición por mucho que su desventaja en el marcador parezca definitiva. Beaubois se sacó un conejo de la chistera ante los griegos tras un vertiginoso costa a costa (85-84) posibilitado por un tapón previo de Shengelia a Pappas. El cuatro georgiano apuntilló a los serbios (81-85) merced a un tiro de cinco metros, mientras que Poirier se erigió en el reciente héroe en Estambul con dos tiros libres a falta de tres segundos (81-82) y un puñado de acciones providenciales bajo los aros.

Los alaveses también han encontrado en la ACB antídotos de peso en esos instantes finales donde más de uno sufre algún ataque de vértigo o se ve atenazado por la tensión. Aún permanecen en la retina de los aficionados la canasta final de Voigtmann que silenció el Martín Carpena de Málaga (72-73) tras una asistencia de Beaubois, la bomba característica de Huertas que sepultó las esperanzas del Obradoiro en el Buesa Arena (85-78) o tanto el triple de Shengelia como el inverosímil tapón de Poirier que dejaron el domingo con la miel en los labios a un bullicioso MoraBanc.

Cuando no se puede ganar por aplastamiento, como ha conseguido el Baskonia otras muchas ocasiones, bueno es mostrar nervios de acero si los partidos desembocan en un final apretado. Durante la exitosa era liderada por Pedro Martínez, solo el poderoso Khimki fue capaz de batir (91-90) a un Baskonia derretido por el esfuerzo en un epílogo a cara o cruz.