Asegura la sabiduría popular que la fe mueve montañas y esa fue precisamente una de las claves de la contienda de ayer en Estambul a juicio de Pedro Martínez. Y es que el preparador baskonista consideró fundamental para el éxito final la capacidad que tuvieron sus discípulos de no venirse abajo cuando más fuerte era el temporal generado por la tropa de Velimir Perasovic. “Lo mejor ha sido la fe que han tenido los jugadores cuando peor estaban las cosas para seguir trabajando con seriedad. Eso nos ha permitido reaccionar y llegar con opciones al final”, significó. En ese epílogo de infarto, el plantel alavés mostró más temple que su adversario. “En esta ocasión ha salido cara para nosotros pero por ejemplo contra el Khimki, que también hicimos bien las cosas y llegamos a una situación parecida nos encontramos con la cruz”, recordó.
Cuestionado por el escaso rendimiento que ofrecieron ayer hombres como Huertas o Voigtmann, el técnico barcelonés volvió a insistir en su idea de colectivo. “Es verdad que no han tenido un buen partido pero hace nada nos estaban ganando encuentros. Aquí ganamos y perdemos todos, no hay que hacer nunca responsables de las victorias o las derroras a uno o dos. Es la única manera de poder llegar a ser buenos”, argumentó.
La otra cara de la moneda, evidentemente, era la valoración de un Poirier que resultó clave para la victoria. “Está claro que me equivoqué muchísimo el primer día cuando no lo pusé. Estoy encantado de que haya hecho un gran gran partido y de que haya metido los dos tiros libres del final, que no es nada fácil”, ensalzó.
Por último, Pedro Martínez lanzó un mensaje tratando de volver a situar los pies en el suelo ante el peligro de caer en una euforia peligrosa. “Nuestro reto es ser mejores en defensa, ese es el objetivo que tenemos marcado y debemos trabajar duro para lograrlo”.