Vitoria - En los últimos años los clubes europeos se han lanzado al mercado estadounidense a buscar jugadores interiores de enorme potencial físico, no excesivamente altos, de mucha movilidad y con una gran capacidad para jugar por encima del aro y ser determinantes en la faceta defensiva y muy efectivos en las cercanías del aro. Una política de contratación de la que Olympiacos se convirtió en precursor con descubrimientos como los de Kyle Hines o Bryant Dunston, piezas fundamentales en sus títulos de Euroliga, y que han seguido casi todos los transatlánticos de Viejo Continente en una clara apuesta por el músculo. Precisamente, el Baskonia es uno de los pocos que no ha entrado en esa tendencia -el único que rompió el molde, ya hace años, fue Joey Dorsey- y en el fichaje de Kevin Jones ha evidenciando que se mueve en unos parámetros diferentes a los que usan la mayoría de sus competidores. La última incorporación comparte con esos perfiles señalados con anterioridad el pasaporte y poco más porque es un jugador que vive mucho más de su privilegiada cabeza que de su limitado físico.

Para hacer una carrera solvente con el cuerpo que tiene Kevin Jones hay que ser muy inteligente sobre la cancha. No responde el cuatro a ese perfil de americano saltarín, muy potente físicamente y con capacidad de jugar por encima del aro. Las estadísticas oficiales le dan 203 centímetros, pero son demasiado generosas con un interior que no alcanza los dos metros. Y tampoco esa escasez se compensa con una capacidad de salto extraordinaria. De lo que sí va sobrado es de cabeza y de conocimiento del juego, donde en apenas dos semanas en Vitoria ha evidenciado ser un obrero del baloncesto que conoce muy bien su oficio.

El de ayer fue un nuevo ejemplo de ello. Silencioso, pero letal. Con apenas 18 minutos de juego fue el segundo mejor anotador baskonista en el derbi con 12 puntos, a los que añadió cuatro rebotes y una asistencia para diez puntos totales de valoración, aderezados con mucho trabajo sucio que no sale reflejado en las estadísticas pero que es muy importante. Casi cada balón que le llega lo convierte en una acción productiva. Con un tiro de media y larga distancia muy efectivo, supo aprovechar a la perfección ese ideario de mover el balón y buscar siempre un pase más que ha implantado Pedro Martínez y que tan bien le viene a los jugadores que tiran bien en situación de pies encarados hacia la canasta, con Matt Janning como más claro ejemplo.

Con Jones, el baloncesto fluye con sencillez porque deja la sensación de que siempre se encuentra en el lugar adecuado en el momento oportuno. No es una gran estrella, pero sí que se trata de un jugador que siempre cumple con lo que un entrenador le exige, tiene capacidad para abrir mucho el campo con sus lanzamientos y hace un trabajo oscuro muy interesante. Precisamente, ese perfil de interior que se venía buscando para complementar la batería ya existente.