Vitoria - La primera idea que Pedro Martínez quiso inocular en sus jugadores cuando llegó al Baskonia fue la necesidad de pensar y jugar como un colectivo en el que el grupo estuviese en todo momento por encima del individuo. En ataque, eso quiere decir circular el balón y compartirlo, que el pase se encuentre siempre por encima del bote. Ante una defensa que siempre enfanga al máximo los partidos como es la del Unicaja, el equipo azulgrana firmó unos minutos por momentos sublimes, sobre todo durante un primer cuarto excelso y en un último período en el que acabó resolviendo un duelo que se le había puesto cuesta arriba. Y en esos momentos en los que el equipo parecía una orquesta perfectamente acompasada, la asistencia se convirtió en la gran protagonista. Hasta 27 pases de canasta repartieron los vitorianos, una cifra que sería revisada con una sonrisa por un Pedro Martínez cuyos equipos siempre se han caracterizado por esa virtud de compartir el balón para que todos brillen.

El primer cuarto supuso la máxima expresión de ese fin que quiere alcanzar el técnico barcelonés. La presencia al mismo tiempo en cancha de Marcelinho Huertas y Johannes Voigtmann permitió jugar con dos cerebros. Brasileño y alemán se compenetraron para comenzar a repartir juego, el uno con su siempre eficiente juego del bloqueo directo y el otro ejerciendo de faro desde la bombilla. Un dentro-fuera clásico del que se beneficiaron Janis Timma y Rodrigue Beaubois para encontrarse con situaciones de lanzamiento liberados que aprovecharon a la perfección.

El parcial 27-12 con el que se cerró el primer cuarto marcó mucho la tendencia del partido, aunque Unicaja consiguió embarrar el choque hasta igualar el marcador. Con jugadores mejor dotados defensivamente en el lado visitante, el Baskonia naufragó en las pérdidas al fallarle las conexiones que con tanta brillantez habían funcionado antes. La desaparición de la pareja Huertas-Voigtmann resultó muy relevante en este sentido, ya que desde sus manos se generaban las ventajas.

Consiguieron sobrevivir los azulgranas siempre desde la respuesta colectiva, ya que la individualidad ante una defensa como la malagueña es conducirse directamente al cadalso. Así hasta la reaparición de nuevo en su máximo esplendor de la circulación de balón letal en un último cuarto que en el ataque volvió a rozar la perfección para alcanzar los 29 puntos en estos diez minutos finales definitivos.

Resurgió la conexión entre un Voigtmann imperial y determinante -encadenó tres canastas, un tapón a dos manos y un robo y contraataque que acabaron abriendo la renta que marcaría la victoria- y un Huertas capaz de nuevo de marcar el ritmo más conveniente para buscar siempre ese pase de más en busca del hombre liberado, donde en esta ocasión brilló especialmente Timma con su acierto. Dos jugadores destacados, con 6 y 5 asistencias respectivamente, pero que lideraron a un colectivo que compartió mucho el balón, como demuestra que el único baskonista que no dio ninguna asistencia fue Vincent Poirier.