Vitoria - Con un presupuesto astronómico derivado del patrocinio más importante jamás suscrito por cualquier club en la historia de la Euroliga, es más fácil regenerarse y atender las exigentes peticiones de un maestro de los banquillos como Obradovic. El Fenerbahce está respaldado por el Grupo Dogus, propiedad del multimillonario Feri Sahenk, cuya fortuna se estima en más de 2.200 millones de euros. Este conglomerado de empresas, relacionadas con la banca, la automoción, el turismo, la construcción o la comunicación, aportará la friolera de 45 millones de euros en los tres próximos años al próximo rival del Baskonia, que pagó un caro peaje tras su sonado éxito de la pasada temporada dentro de la máxima competición.

Ni siquiera un conjunto sobrado de dinero como el turco pudo evitar que los enormes tentáculos de la NBA atraparan a sus dos grandes estrellas, diferenciales a este lado del Atlántico. Un consumado artillero como Bogdan Bogdanovic recaló en los Kings, mientras que esa fuerza de la naturaleza llamada Ekpe Udoh se dejó llevar por los cantos de sirena de los Jazz.

Sin embargo, el Fenerbahce ha sabido regenerarse y vuelve a optar a todo en la presente temporada, en parte gracias a dos contrataciones de gran impacto arrebatadas en el último momento a la NBA. Nicolo Melli, por el que también suspiraba el Real Madrid en Europa, y Bradley Wanamaker, arrebatado al Darussafaka, representan las grandes apuestas a golpe de talonario por parte de Maurizio Gherardini, el arquitecto en los despachos del combinado otomano cuya química con Zeljko Obradovic se remonta a la época en que ambos coincidieron en Treviso (Italia).

guduric, thompson, guler... El versátil italiano, autor del palmeo que significó la reciente victoria de los otomanos en el Megasport Arena de Moscú, rivaliza con Shengelia a la hora de ser uno de los mejores cuatros de la Euroliga. Por su parte, al base-escolta estadounidense se le caen los puntos de los bolsillos con un eléctrico cambio de ritmo, un poderoso físico y una sobresaliente capacidad de desborde. Ambas no han sido las únicas caras nuevas de un Fenerbahce sin aparentes puntos débiles.

Obradovic también puso sus ojos en su compatriota Marko Guduric, uno de los jóvenes con más talento surgidos últimamente de la inagotable cantera serbia. Todavía no está capacitado para marcar diferencias, pero tiene un amplio margen de mejora y su tiro de tres es muy efectivo. El fichaje estrella para la pintura ha sido Jason Thompson, un espigado poste norteamericano con una dilatada experiencia de ocho años en la NBA al que Gherardini rescató del baloncesto chino. Intimidador e igualmente con un físico imponente, todavía no ha explotado y ni siquiera disputa una elevada cantidad de minutos.

La última adquisición del técnico serbio ha sido un clásico del baloncesto turco como Sinan Guler, sin apenas protagonismo en una dirección de juego donde acaba de reaparecer el nacionalizado turco Dixon. Con respecto a la pasada temporada, se mantienen en el Fenerbahce otros ilustres como el volador Vesely, el rocoso Kalinic -inédito este curso por una lesión de espalda-, el elegante Datome, el anotador Nunnally y el clarividente Sloukas. En definitiva, un equipo armado hasta los dientes que busca hacer historia con su segunda Euroliga consecutiva.