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Mensaje captado. Alertó en la víspera a sus pupilos acerca de la dificultad de la contienda y éstos recogieron el guante mostrando una profesionalidad escrupulosa. Colocó de inicio a uno de sus mejores quintetos posibles para zanjar las dudas y, con el encuentro ya sentenciado, se permitió ciertos lujos como el ingreso de Vildoza tras el descanso o el bautismo liguero de Miguel González.
Un cuarto de incertidumbre. El entusiasmo del Burgos le mantuvo dentro del partido tan solo durante los diez minutos iniciales, el tiempo que tardó el Baskonia en imponer la lógica.
Máxima profesionalidad. El Baskonia convirtió una matinal trampa en un monólogo incontestable. Pese al desgaste de una semana extenuante o las bajas de Ilimane, Mcrae y Garino, el equipo vitoriano volvió a acreditar una solidez asombrosa.
Dos equipos antagónicos. Los locales destaparon sus evidentes limitaciones, especialmente bajo los tableros, pero ello no resta ningún mérito al trabajo de un Baskonia que apenas tuvo momentos de desconexiones y alcanzó la centena de puntos.
Nada ni nadie detiene a una locomotora azulgrana que cabalga a toda velocidad en todos los frentes. Pese al desgaste de una semana extenuante que se ha cobrado tres lesionados dejando un ejército diezmado, el Baskonia facturó ayer otro triunfo contundente en la guarida de un recién ascendido que se rindió al peso de la lógica. El entusiasmo del Burgos tan solo le retuvo dentro del partido el cuarto inicial, el tiempo que precisó la tropa vitoriana para disipar cualquier conato de rebelión y dispararse en el electrónico gracias a los réditos de una pegada devastadora. Otra sesión de un martilleo incesante para seguir alimentando la elevada autoestima de una plantilla que recogió el guante del nítido mensaje lanzado por su técnico en la previa y no concedió ni un segundo de respiro a un adversario resignado a su inferioridad.
Pedro Martínez, un viejo zorro que acumula muchas horas de vuelo, instó a sus discípulos a no subestimar al San Pablo y éstos cumplieron a la perfección su cometido. Quedó patente entonces el latente desequilibrio de fuerzas entre un aspirante a la permanencia y un sólido candidato a las cotas más ambiciosas que se resiste a levantar el pie del acelerador y atraviesa tal grado de confianza ante el aro rival que sus dígitos van creciendo a un ritmo vertiginoso en cada encuentro. Ni deserciones a nivel individual ni flaquezas en el plano colectivo por parte de un visitante que, pese las sensibles ausencias de Mcrae, Garino e Ilimane, se dio un concluyente atracón.
El Baskonia convirtió una matinal trampa en un monólogo incontestable. Ahí radicó su principal mérito en una jornada donde paseó una profesionalidad escrupulosa. Le aguardaba en el abarrotado Coliseum burgalés, que lucía sus mejores galas, un anfitrión mucho más fresco y envalentonado tras el subidón de su primera victoria liguera ante el Murcia. Cabía la opción de tomarse un leve respiro y destapar una versión algo más terrenal que en los últimos tiempos, pero los alaveses confirmaron su apetito voraz. No concede ni las migajas un conjunto que alcanzó nuevamente la centena de puntos con una facilidad pasmosa pese a algunos minutos de desconexión en el tercer cuarto o la tregua concedida por el técnico a sus pesos pesados.
equilibrio perfecto Entre su portentoso estado de forma y las enormes facilidades brindadas por un San Pablo repleto de limitaciones, especialmente bajo los tableros, el encuentro quedó rápidamente visto para sentencia. La tempranera segunda falta de Deon Thompson precipitó los acontecimientos y el Baskonia acometió sin miramientos la defunción de la peor defensa liguera, sin ninguna clase de antídotos ante el despiadado y trepidante ritmo azulgrana. Los diferentes planteamientos zonales diseñados por Diego Epifanio no hicieron más que incentivar el colmillo afilado de unos francotiradores dispuestos a hacer sangre.
El acierto triplista de Granger, Janning, Timma o Beaubois fue minando paulatinamente la moral burgalesa, sin obviar el contrapunto interior de la abrumadora superioridad física de Voigtmann o el dinamismo de un Shengelia sobrado de registros para originar un destrozo. El anfitrión tendió una alfombra roja para el lucimiento azulgrana, empezando por un pésimo balance a la hora de correr hacia atrás, un sospechoso cierre del rebote y también una escasa contundencia en la defensa del pick and roll visitante. Huertas y Granger se hincharon a alimentar a los interiores sin la menor oposición, mientras que los pistoleros en manos de Pedro Martínez también disfrutaron de francas suspensiones tras una brillante circulación de balón.
Aunó nuevamente solidaridad defensiva, disciplina táctica y precisión desde la larga distancia un Baskonia que se permitió ciertos lujos como la aparición de Vildoza tras el descanso o el bautismo liguero de Miguel González, rescatado del filial ante las bajas en el perímetro. El premio añadido de la enésima exhibición fue el ascenso a la séptima posición liguera. Por primera vez esta temporada, la formación alavesa consigue pisar puestos coperos, encadena ya cuatro victorias consecutivas y continúa extendiendo el terror allá por donde pasa. Llegarán las peligrosas curvas en una temporada agotadora física y mentalmente, pero la fiabilidad azulgrana es incuestionable en la actualidad.
Posiblemente el mejor ‘cuatro’ de Europa en la actualidad con un primoroso estado de forma. Con múltiples registros y una ambición voraz para ocasionar un destrozo en el Coliseum.