vitoria - Sin tiempo para digerir la clara victoria ante el Joventut en la ACB, el Baskonia se sumerge en otra semana infernal que le llevará a disputar tres partidos en apenas seis días. Dos de ellos pertenecen a la Euroliga, el mayor foco de preocupación en estos instantes tras haber iniciado ya nivel doméstico la escalada hacia los puestos correspondientes a la nobleza.

Esta particular trilogía arranca hoy con un invitado de lujo como el Real Madrid que siempre despierta la máxima expectación y morbo a raudales en el Buesa Arena, se prolongará este jueves con una envenenada salida a la gélida Kaunas -allí esperará un Zalgiris de nuevo a gran nivel bajo la batuta de Sarunas Jasikevicius- y finalizará el domingo en la cancha del modesto San Pablo Burgos. Tres citas de desigual exigencia para calibrar las constantes vitales de un cuadro vitoriano muy mejorado en las últimas semanas pero ya sin margen de error en la Euroliga, donde transita con urgencias evidentes después de que un arranque infernal le haya colocado entre la espada y la pared.

Con un descorazonador balance de 1-5 en el casillero y antepenúltimo en la tabla, casi todos serán finales a partir de ahora. El desasosiego es latente en un frente continental que, si bien se ha destapado como una carrera de fondo desde que los rectores instaurasen el todos contra todos como nuevo formato, obliga a ir haciendo acopio de triunfos con cierta regularidad para no quedarse descolgado de forma prematura. En caso de no reaccionar en breve, la segunda vuelta de la máxima competición puede convertirse en una especie de tortura para jugadores, técnicos y aficionados.

Ante un Real Madrid en horas bajas -ha perdido tres de sus últimos cuatro encuentros ante opulentos rivales como el Khimki, el Maccabi y el Barcelona- y también angustiado no sólo por la pérdida de Sergi Llull sino también la sonada precariedad interior derivada de las graves lesiones de Ognjen Kuzmic y Gustavo Ayón, el Baskonia busca un punto de inflexión que le permita cimentar su remontada hacia los puestos de Top 8.

bajón merengue Tras escurrirse de las manos en el último suspiro el triunfo en Moscú ante el Khimki de Shved, el Buesa debe convertirse en un fortín inexpugnable para todos los visitantes. En contra de los alaveses ha jugado igualmente un calendario repleto de trampas con cuatro desplazamientos y tan solo dos duelos en Zurbano, pero el Baskonia está donde está a estas alturas solo por deméritos propios.

Sobre el papel, vitorianos y madrileños se encuentran inmersos en dinámicas radicalmente opuestas, lo que alienta un moderado optimismo antes del salto inicial. El progresivo crecimiento azulgrana contrasta con las dudas y los severos problemas de enfermería del conjunto dirigido por Pablo Laso, que pese a la reciente llegada del espigado Walter Tavares para reforzar su famélica pintura o la colosal explosión de ese fenómeno llamado Luka Doncic no está pudiendo dar continuidad a su excelente comienzo de temporada y atraviesa un bajón tanto anímico como de confianza.

En cualquier caso, no conviene minusvalorar a un rival dotado de innumerables argumentos ofensivos con el niño prodigio esloveno como principal punta de lanza. Algunos jugadores de prestigio como Randolph, Campazzo, Taylor o Thompkins, muy desacertados en el reciente clásico, aterrizan en Vitoria con ánimo de reivindicarse. El exbaskonista Causeur, reclutado esta temporada por los merengues procedente del Brose Baskets, también pondrá las gotas de picante en su vuelta a la pista que le vio por espacio de cuatro años.

La velada tendrá previsiblemente el aliciente de la reaparición de Jordan McRae, ya con el alta médica bajo el brazo pero posiblemente aún sin el ritmo ni la frescura física que exigirán un partido en la cumbre. Si su hombro está sano, el ex NBA debería ampliar la nómina de recursos y elevar la cotización del Baskonia en todos los frentes.

La incógnita estriba en si su vuelta motivará el adiós de Matt Janning, un temporero de lujo que termina contrato esta semana. Su hipotética continuidad implicará un fuerte sacrificio económico para las arcas de la entidad del Buesa Arena ante la revalorización de un exterior para el que Pedro Martínez no ahorró el domingo una retahíla de loas.