La herida continúa creciendo. El Baskonia se mantiene esta temporada como un visitante amable y con las uñas poco afiladas, aunque en Tel Aviv dejó esta vez algún síntoma para la esperanza. Su caída no fue tan hiriente como otras, en parte gracias a la providencial aparición de Vildoza y el instinto asesino de un renacido Beaubois. Dos piezas absolutamente inesperadas insuflaron aire fresco a un grupo que tenía visos de ser despellejado (48-34) por un Maccabi de gatillo fácil gracias a la inspiración de Cole. El descarado argentino imprimió varias marchas más a un equipo completamente plano, adormecido e inoperante. El francés, que parecía perdido para la causa ante el maltrecho estado de su rodilla, justificó en la antigua Mano de Elías que sigue vivo y alimentó el sueño de la reacción gracias a un estelar repertorio ofensivo. Faros insuficientes, sin embargo, para conquistar un escenario mítico que engulló al Baskonia en un desenlace amargo. Se quedó corta la escuadra alavesa, de nuevo sin la constancia ni la regularidad ni la madurez que exigen la Euroliga. Demasiados minutos entregados a un anfitrión que necesitó muy poco para hurgar en males conocidos. Se escapó vivo un Maccabi de lo más vulnerable y anárquico que vivió de las rentas tras el descanso y cuyo ataque de pánico en las postrimerías no fue aprovechado por un visitante al que sus pesos pesados le abandonaron de mala manera. Defraudó por completo un Marcelinho irreconocible al frente del timón, el individualismo de Granger reportó funestos dividendos, Shengelia se peleó contra el mundo bajo los aros y Timma, inédito durante casi toda la segunda mitad, volvió a ser un expediente X. El crédito de los temporeros Delfino y Janning también se agota poco a poco tras sendas sospechosas actuaciones.contra los fantasmas Volvió a ser el Baskonia un grupo irreconocible, espeso y sin identidad durante gran parte de la contienda y eso lo terminó pagando con su quinta derrota a domicilio de la temporada. A merced del músculo, las rápidas transiciones y la calidad del volcánico Cole, el partido estaba suponiendo otro mal trago hasta que Prigioni echó mano de Vildoza en el minuto 25. El imberbe argentino levantó a un conjunto moribundo y no se arredró en una plaza complicada. Apretó las líneas de pase, su rapidez de manos se tradujo en recuperaciones vitales y, en definitiva, brindó la frescura necesaria para rescatar a los vitorianos de la tumba. A su lado, emergió un majestuoso Beaubois para meter el miedo en el cuerpo a un Maccabi con serias dudas ante los diferentes planteamientos zonales del técnico baskonista y empeñado en conceder una vida extra con sus múltiples errores desde la personal. Un costa a costa de Cole y un alley oop rematado por Tyus firmaron el acta de defunción. Con un cinco inicial novedoso en el que aparecieron los dos bases y Voigtmann, el Baskonia dominó los compases iniciales antes de reencontrarse con sus fantasmas y descender bruscamente al sótano. Ocho minutos infernales en las filas alavesas resucitaron al Maccabi, revitalizado con el ingreso de Cole y Tyus. El eléctrico base estadounidense destrozó a Marcelinho en el bloqueo directo y el poderío físico de su compatriota nacionalizado israelí abrió un socavón en el endeble juego interior azulgrana. Las primeras rotaciones de Prigioni, obligado a oxigenar a pesos pesados como Granger y Shengelia, hicieron un flaco favor al engranaje colectivo y el conjunto israelí se percató pronto del alicaído estado de ánimo alavés con un parcial de 18-2. En cuanto recibió el primer golpe en el mentón, el Baskonia desnudó un día más su desesperante fragilidad. La abrumadora superioridad física macabea quedó patente en duelos individuales muy desiguales. Tan solo la conexión Granger-Ilimane brindó algo de oxígeno en un tramo donde la parálisis ofensiva adquirió tintes sonrojantes. En una película muy vista hasta la fecha, la escuadra alavesa volvió a desangrarse por su tibieza defensiva, las pérdidas o el defectuoso cierre del rebote. Prigioni quemó todos los cartuchos con la entrada de Vildoza mediado el tercer cuarto en busca de un ritmo más centelleante y el Baskonia, al menos, revivió para dejar un halo de esperanza de cara al futuro. Las sensaciones fueron algo mejores.