Hundimiento de consecuencias funestas. Buena imagen, pero a la postre esfuerzo sin recompensa para un colectivo, eso sí, de trazos muy interesantes. Apagón en el peor momento que tiró por la borda una victoria que parecía en el bolsillo pese al cúmulo de adversidades.
Se le hizo demasiado larga la velada a un Baskonia corto de efectivos que no pudo resistir el ritmo en el Palau. Exhausto y con las fuerzas al límite, su último cuarto dejó mucho que desear y permitió la resurrección del Barcelona.
Para colmo de males, Hanga se disfrazó de verdugo con una letal canasta que sepultó las últimas esperanzas. El húngaro se erigió en el brazo ejecutor de los culés con esa última penetración, aunque fue Heurtel el verdadero instigador de una derrota sin grandes secuelas.
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