vitoria - Las pretemporadas acostumbran a ser largas semanas de duro trabajo sin la recompensa de la competición que los jugadores sufren sin protestar demasiado porque son conscientes de que es la base fundamental para la exigente temporada que aguarda después. Las sesiones físicas se suceden con rutinaria monotonía y volver a poner a punto la maquinaría provoca todo tipo de dolores. Sin embargo, todo eso parece haber quedado en un segundo plano en el caso del veterano Carlos Delfino. El jugador argentino está trabajando con el Baskonia desde este lunes y, lejos de verlo como un suplicio inevitable, lo observa como una bendición, lo que provoca que se le borre la sonrisa de los labios ni en los momentos de mayor esfuerzo.

Motivos para ello desde luego no le faltan. Tras pasarse prácticamente tres años en el dique seco como consecuencia de una complicada lesión en el pie que le obligó a pasar hasta ocho veces por el quirófano, trata ahora de apurar sus opciones de regresar al baloncesto de élite. La pasada campaña terminó jugando en su país tras participar con su selección en los Juegos de Río y ahora persigue el salto definitivo. Lo hace, además, en un escenario inmejorable y a las órdenes de un viejo amigo. “Necesitaba ponerme en forma, hablé con Pablo (Prigioni) porque tenemos una gran relación y estamos ayudándonos mutuamente. Trato de servirle a él desde dentro de la cancha para ayudar a los más chicos y él me ayuda a mí haciéndome correr y mover las piernas que es lo que necesitaba”, confesó.

Para el escolta albiceleste estar cerca del técnico baskonista en sus “primeros pasos” como entrenador, comprobando “lo natural que le va saliendo todo es algo muy lindo porque siempre le hemos dicho que iba a terminar siendo entrenador”. Aunque inevitablemente sueña con la posibilidad de ganarse un hueco en el Buesa para todo el curso, Delfino solo se marca ahora mismo un objetivo, ponerse en forma y volver a disfrutar del baloncesto. “Me cuesta mucho soltar la pelota. Estuve mucho tiempo parado. Me operé muchísimas veces porque quiero seguir jugando al basket. No soy un joven pero todavía pienso que puedo seguir jugando un par de años más”, destacó.

Otro refuerzo de verano Por otro lado, el Baskonia anunció ayer que el pívot holandés Roeland Schaftenaar reforzará el trabajo de pretemporada del equipo. Schaftenaar se suma así al propio Carlos Delfino y a Nicolas De Jong, que se encuentran con el resto de la plantilla a las órdenes de Pablo Prigioni. El último refuerzo azulgrana es internacional holandés, tiene 29 años, alcanza los 2,10 metros de altura y se formó en la Universidad de Oregon. Además, conoce el baloncesto español ya que durante cuatro temporadas militó en Leb Oro en Canarias y Lugo, aunque también defendió los colores del Rethymno de Grecia.