El pasado domingo Rodrigue Beaubois se convirtió, involutariamente, en el centro de todas las miradas como consecuencia de los importantes errores cometidos durante un fatídico tramo del encuentro ante el Unicaja. Fallos que se convirtieron en una de las principales causas de la derrota del Baskonia ante el conjunto andaluz. Una pesada mochila sin duda para cualquiera y que puede acabar generando una peligrosa depresión a poco que la mentalidad se debilite. Apenas tres días después de esa decisiva -en lo negativo- actuación llegaba el primer examen para comprobar el efecto que tenía en el jugador francés y, afortunadamente, el resultado no pudo ser más satisfactorio.
Porque fiel a su inalterable estilo frío el escolta galo ofreció ayer una versión completamente opuesta, siendo una de las claves para que el conjunto azulgrana se reencontrarse con el triunfo en Miribilla después de tres años de decepciones. Lo hizo además reclamando desde el inicio una importante dosis de protagonismo, sin acusar en absoluto lo sucedido unos días antes. Lejos de esconderse un poco y buscar menos dosis de compromiso, el galo exhibió su personalidad para dejar claro que seguía estando dispuesto a jugarse todas las pelotas calientes.
De hecho, lo hizo tanto para buscar la canasta con sus tiros y penetraciones como para ser el encargado de subir el balón durante los momentos en los que le tocó ayudar a los bases azulgranas. Ni siquiera entonces aparecieron los fantasmas de las pérdidas sufridas ante el Unicaja y Beaubois solventó sin problemas esa tarea pese a la presión a la que fue sometido por sus defensores.
Pero sin duda donde más destacó en el encuentro de ayer fue en su faceta de anotador, siendo con dieciocho puntos el baskonista más acertado de largo. Pese a que no estuvo precisamente fino (como todo el equipo en general) desde la línea de 6.75 (acabó con 1/6), no cayó en la precipitación y fue capaz de encontrar otros caminos efectivos hasta el aro. Así, fue una pesadilla para la defensa bilbaína con sus imparables penetraciones, en las que en la mayoría de las ocasiones convirtió canasta o, al menos, se cobró faltas personales.
En definitiva, Beaubois demostró -con la frialdad que siempre le acompaña, eso sí- que el mal día sufrido está ya olvidado y que está dispuesto a ser el killer que todos esperan en este decisivo tramo final de curso.