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El agujero negro de Beaubois. Se empeñó en dar confianza al escolta francés en un día donde no se hizo acreedor a permanecer excesivo tiempo sobre la cacha ante su escasa predisposición al sacrificio en defensa. Otro partido grande en el que el Baskonia deja escapar una oportunidad y no termina dando la talla. Lo de ayer fue un ‘déjá vu’ que deja entrever la falta de carácter ganador del equipo.

Apagón letal. Una notable puesta en escena tras el descanso permitió al Baskonia adueñarse del control del partido (52-42). Sin embargo, el equipo vitoriano se adentró en un callejón oscuro con errores de todo tipo y al final lo acabó pagando pese a la pelea de Larkin contra el mundo.

Tranquilidad ante ansiedad. El Unicaja opuso más tablas y consistencia en el tramo de la verdad con una excelente versión de sus grandes ‘pistoleros’ ofensivos (Smith y Nedovic) y un veterano como Suárez borrando del mapa a Shengelia. En el Baskonia, sobró excitación y descontrol en un duelo donde dejó escapar la enésima oportunidad de colocarse con los mejores.

vitoria - Lo que empezó como una fiesta destinada a rendir tributo al mejor Baskonia de la historia acabó tristemente en funeral. La oportunidad era pintiparada para amarrar la ventaja de campo en el primer play off por el título y encaramarse incluso a la segunda posición de la clasificación tras el tropiezo del Valencia en Andorra, pero el equipo vitoriano dejó pasar la enésima oportunidad con el fin de conseguir un salto cualitativo y afrontar un escenario casi idílico. Fue un déjà vu preocupante por repetirse un día más en el peor momento los mismos errores que han frustrado esta temporada la opción de hacer algo grande en la Copa y la Euroliga.

Ante un Unicaja entregado que no veía la forma humana de encontrar el aro, el Baskonia consintió la resurrección de un visitante que parecía sepultado bajo tierra. De repente, perdió el rigor, se olvidó de defender, incurrió en un mar de pérdidas, cayó en el descontrol más absoluto que favoreció los plácidos contragolpes del rival y, en definitiva, se adentró en un callejón oscuro. Llegó el desbarajuste cuando el viento soplaba a favor. A partir de ese instante y tras verse contra las cuerdas (58-66) tras un parcial de 6-24, fue una lucha de Larkin contra un molino de viento andaluz que opuso más dosis de coherencia y serenidad en un tramo final que engrandeció la figura del veterano Suárez, héroe visitante con dos triples letales y una impecable defensa a Shengelia.

Con todo, el Baskonia encontró un salvavidas para conducir el choque a la prórroga. Alberto Díaz desperdició un tiro libre que brindó una oportunidad extra a un anfitrión excesivamente revolucionado y ansioso. Hanga avanzó raudo hacia canasta, pero desperdició una sencilla bandeja que fue repelida por el aro. A renglón seguido, la puntilla llegó de las manos de Smith desde el tiro libre. 75-79 definitivo y la sensación de otra oportunidad perdida en una campaña que va torciéndose poco a poco ante la incapacidad azulgrana para mostrar el mínimo empaque que permita el asalto a las grandes coronas. O, en su defecto, a finales. Con el permanente lastre de Beaubois, principal damnificado de la derrota y al que Sito Alonso mantuvo en pista demasiados minutos pese a ser un agujero negro en defensa, el Baskonia deberá seguir remando en las dos jornadas restantes para asegurar, al menos, la cuarta plaza que abra la puerta de la semifinal.

Superada la emotividad del homenaje a los héroes de 2002, el partido discurrió por los derroteros previstos de igualdad con dos equipos huérfanos de la continuidad necesaria para abrir hueco en el marcador. Con Larkin vestido otra vez de corto pero fuera del cinco titular, fueron Shengelia, Beaubois y Hanga quienes llevaron la voz cantante en el plano anotador en el primer cuarto. El escolta francés, incapaz de superar bloqueos y escaso en cuanto a sacrificio, ya dejó el rastro de sospecha desde los albores del duelo.

en el terreno de joan plaza Tras el derroche inicial de acierto por parte de unos y otros, el encuentro se tornó áspero, feo y excesivamente parsimonioso, el objetivo del técnico catalán. El Unicaja añadió dosis de cloroformo al choque y la agitación dio paso al tedio con las consiguientes funestas consecuencias (31-36) para el Baskonia, que volvió a dejar dudas en estático y careció de clarividencia para procurarse cómodas posiciones de tiro. Entre tantas tinieblas, surgió la inconmensurable figura de Jamar Smith, que golpeó una y otra vez en el flanco más débil de la defensa azulgrana: Beaubois.

La poderosa puesta en escena alavesa tras el descanso pareció constituir el punto de inflexión soñado. Sito vio clara la necesidad de dar una vuelta de tuerca a la intensidad defensiva con la aparición de Luz, Blazic e Ilimane, lo que taponó las vías de anotación a los costasoleños. Los destellos ofensivos de Larkin hicieron el resto para sellar un despegue esperanzador (52-42). Entonces llegó el cataclismo. Favorecido por un Baskonia abúlico que no dio una a derechas, el Unicaja se resistió a arrojar la toalla, aprovechó la monumental pájara local y clausuró el tercer acto con un parcial abrumador (4-17). Otro taquicárdico epílogo desembocó en un trago amargo. La tranquilidad malagueña contrastó con la ansiedad azulgrana. Un desencanto que tiene muchos precedentes en un curso donde los alaveses son incapaces de dar un paso al frente cuando se impone la necesidad de marcar territorio.

Volvió al equipo tras su golpe en la cabeza, pero no pudo obrar por sí solo el milagro de la reacción. Se peleó contra el mundo en varias fases y acabó fundido por el esfuerzo.