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Inercia muy positiva. Con independencia de la debilidad verdinegra, el Baskonia cumplió el trámite con una profesionalidad máxima y dejó entrever que está en condiciones de aspirar a lo máximo en la ACB. El técnico baskonista hizo un reparto equitativo de los minutos y pudo oxigenar a piezas muy saturadas. Vuelve a confiar en Laprovittola en detrimento de Rafa Luz como segundo base.

Mundos opuestos. El Baskonia no se apiadó de un histórico con urgencias clasificatorias pero cuya imagen en el Buesa fue patética. En un simulacro de partido, vitorianos y verdinegros confirmaron que están separados por una distancia sideral.

Morder atrás y correr. El Baskonia llevó a la máxima expresión el ABC del baloncesto. Con una presión alta, provocó infinidad de pérdidas a los catalanes y anotó con extrema facilidad en transición.

Anfitrión enrabietado. Habrá que aguardar a citas más ásperas para saber si la eliminación continental ha dejado secuelas, pero el Baskonia evidenció ayer que su colmillo está afilado para pelear por todo en la ACB.

vitoria - Hace años que los clásicos entre el Baskonia y el Joventut perdieron cualquier atisbo de emoción. Dos equipos que protagonizaron en su día ásperas batallas no pueden mirarse en la actualidad a los ojos ante la triste decadencia de la Penya, un club a la deriva en el plano institucional y con un déficit de calidad sobre la cancha que clama al cielo. Uno se mantiene en la cresta de la ola, el otro sigue anclado en la mediocridad incapaz de producir jóvenes en su antaño admirada cantera que hagan viable su resurrección. La vitoriana es una locomotora que transita a toda velocidad, mientras que el motor del histórico verdinegro, con un presidente recién estrenado esta semana y cuya supervivencia en la élite es prácticamente un milagro ante el pesado lastre de sus números rojos, se encuentra gripado desde hace tiempo. De ahí que lo acontecido ayer no sorprendiera a nadie.

La masacre pudo haber sido incluso mayor en el caso de Sito Alonso no hubiera retirado a sus titulares con tanta antelación. Fueron, a la postre, 36 cuerpos de ventaja como también pudieron ser muchos más, pero el Baskonia se apiadó algo en la recta final del visitante más fantasmagórico que ha pisado en mucho tiempo el Buesa Arena, que asistió a un simulacro de partido que permitió a los vitorianos cicatrizar las heridas continentales abiertas por el CSKA. Un síntoma más de la paulatina pérdida de prestigio de la ACB, que pide a gritos una pérdida de asociados ante el paupérrimo espectáculo de muchas jornadas presididas por un desequilibrio sideral entre los contendientes. En una competición partida en dos, con ricos cada vez más inaccesibles y humildes que bastante hacen con sobrevivir, el margen a las sorpresas está cada vez más reducido.

Fue un pulso desigual que, por un lado, dejó bien a las claras la ambición azulgrana para presentar su candidatura al entorchado liguero y, por el otro, el crítico estado de un forastero que produce grima. Se aplicó con la máxima intensidad el Baskonia, una máquina de recuperar balones en media cancha y firmar plácidas transiciones. El ABC del baloncesto llevado a la máxima expresión favorecido por la llegada a Vitoria de un fantasma vestido de negro que puso la mejilla para verse golpeado una y otra vez de idéntica manera.

comienzo engañoso El Joventut se quedó en unos paupérrimos guarismos ofensivos. La suya constituyó la anotación más raquítica de cualquier equipo en la presente edición liguera. Toda su valoración global -18 puntos- fue condensada por un único hombre: Jerome Jordan. El poste jamaicano resultó indefendible para Ilimane en los albores del duelo (4-10). A partir de ese momento, el cuadro vitoriano cogió el toro por los cuernos, se asentó sobre la cancha, clausuró el cuarto inicial con un parcial de 13-0 y terminó causando un destrozo inapelable a una auténtica mediocridad.

Tampoco hizo falta meter una marcha de más en ataque, vivir una álgida matinal desde el perímetro o ensañarse hasta límites insospechados con un pusilánime rival con el aro cerrado a cal y canto. Una abrasiva intensidad atrás resultó suficiente para que las miserias verdinegras quedaran al descubierto. Un festín arrollador para alimentar la autoestima y mantener el aliento en la nuca a los líderes de la clasificación. El pavoroso sufrimiento verdinegro se vio encarnado, entre otros, en el bisoño base Dimitrijevic, incapaz de trasladar el balón al campo contrario cada vez que se vio asediado por un jugador local con el colmillo afilado.

El Baskonia satisfizo todos los objetivos que se propuso antes del salto inicial. No sólo sumó un triunfo redentor en su plácida vuelta a la ACB y oxigenó a jugadores saturados de minutos, sino que mejoró de forma ostensible su coeficiente de puntos a favor, un hecho que puede ser vital para escalar alguna posición si el Valencia comete algún desliz. Ya llueve algo menos en la carrera por la segunda o tercera plaza de la fase regular, el techo para un colectivo azulgrana en condiciones de darse una alegría en la ACB tras quedarse a las puertas de la gloria en la Copa y la Euroliga. El rejonazo europeo no ha dejado secuelas visibles en un equipo que se dio un empacho de los buenos en una matinal de guante blanco que premió su encomiable espíritu defensivo. Para desgracia catalana, no levantó casi nunca el pie del acelerador un Baskonia deseoso de descargar en un histórico toda la rabia acumulada por la decepción ante los rusos.

En otra dimensión en el plano atlético ante un rival entregado. Hambriento y voraz, el húngaro encarnó la encomiable ambición azulgrana por desquitarse de la eliminación en la Euroliga.