Vitoria - Luis Scola está en boca de todo el mundo desde hace días en el entorno del Baskonia. No solo por pasar estos días en la capital alavesa antes del homenaje que le tributará el club el próximo 7 de mayo en el partido ante el Unicaja sino también por no ser descabellado el nuevo regreso de otro de los hijos pródigos tal y como sucedió en su día con Andrés Nocioni y Pablo Prigioni. Según ha podido saber este periódico, el club vitoriano ha sondeado en las últimas semanas la disponibilidad del ala-pívot bonaerense para pasar a disposición de Sito Alonso en esta recta final de curso.
Se trata de una operación que, por motivos obvios, sería bendecida por todo el mundo pese al elevado riesgo que implica fichar a un jugador sin ritmo de competición y que prácticamente no ha jugado con regularidad desde el inicio de la temporada. Scola se mantiene como un icono carismático del Baskonia, es una leyenda viva de un club al que hizo más grande, posiblemente haya sido el mejor jugador que ha vestido su camiseta a lo largo de la historia y casi a sus 37 años conserva todavía magia en sus manos para proporcionar un salto de calidad a cualquier equipo a poco que físicamente mantenga un tono aceptable.
Sin embargo, es el propio jugador quien alberga serias dudas a la hora de dar el paso definitivo y vivir su segunda etapa en la capital alavesa. Desde que fuese cortado por los Nets en febrero, ha permanecido en Brooklyn entrenando de forma intensa para, en la medida de lo posible, no perder la forma. Su idea inicial residía en descansar durante estos meses y vivir en el futuro una especie de retiro dorado en la exótica liga china. El interés del Baskonia le ha hecho replantearse su futuro, pero hay un hecho significativo que puede dejar con la miel en los labios a los aficionados azulgranas. No se ve en las mejores condiciones, sobre todo físicas, para ser una ayuda al equipo que bajo ningún concepto querría engañar por el afecto que le une.
El precedente de Prigioni en este sentido es bastante esclarecedor y alimenta más si cabe sus dudas. El base de Río Tercero, compañero infatigable en la selección y con quien mantiene un contacto casi a diario, regresó esta campaña a Vitoria cargado de ilusión, pero duró poco más de un mes antes de sorprender a propios y extraños con el fulminante anuncio de su retirada. Ante el desafío de competir en un Baskonia que obliga a dar el cien por cien tanto en los entrenamientos como en los partidos, sus fuerzas ya eran demasiado justas para estar a la altura. Posiblemente ni el cuerpo ni la cabeza de Scola estén ya para grandes derroches, de ahí que sea casi imposible en estos instantes que el internacional albiceleste acepte una proposición del Baskonia hasta el final de curso. En cualquier caso, todavía no se ha escrito la última palabra y desde el Buesa Arena no se cierra la puerta a convencer a un icono cuyo retorno constituiría un auténtico boom mediático.