El Baskonia tiene en los finales igualados uno de sus principales puntos negros en la presente temporada. Unos cuantos partidos parejos ante rivales de enorme entidad se le han escapado como agua entre los dedos cuando ya rozaba la victoria. Ejemplos hay ya demasiados, incluso de encuentros en los que ha disfrutado de la opción de ganar en una última jugada en la que ni siquiera ha sido capaz de tirar a canasta. Ayer, en el WiZink Arena, esos fantasmas se le aparecieron de nuevo de la manera más cruel posible. Tras un triple de Adam Hanga que ponía una ventaja de tres puntos (77-80) para los vitorianos y solo con 47 segundos por jugarse, la balanza parecía decantarse de manera definitiva del lado del equipo de Sito Alonso. Pero, a continuación, llegó la inexplicable acción que determinó el cambio de guión y el triunfo madridista.
Tras salir de tiempo muerto, ordenó Pablo Laso buscar a su particular figura, un Luka Doncic que se ha aficionado a masacrar al Baskonia. El esloveno consiguió generarse una situación de ventaja ante Budinger y encaró el aro por delante. Cuando la lógica decía que la mejor solución, una vez en inferioridad de condiciones, era dejar que el base anotase una cómoda bandeja que hubiese mantenido la una renta de un punto a favor, el alero estadounidense se lanzó sobre Doncic para tratar de evitar la canasta sencilla y forzar en lanzamiento de dos tiros libres. Una intención que se puede considerar lógica, pero partiendo de una posición tan mala desde atrás que el baskonista cayó sobre el madridista empujándole contra el soporte de la canasta. No dudaron los colegiados a la hora de castigar esa infracción con una falta antideportiva -dos tiros libres y saque de banda posterior- que acabaría decidiendo el partido.
Con Doncic siendo atendido por los servicios médicos, Laso recurrió a Jaycee Carroll para efectuar los dos lanzamientos desde la línea de tiros libres. El escolta es prácticamente infalible desde los 4,60 metros y situó a su equipo uno abajo (79-80). En el ataque blanco posterior, el balón le llegó a Anthony Randolph liberado en la línea de tres y el estadounidense, otro que hizo mucho daño, clavó desde allí su único triple de la tarde para devolver la ventaja a su equipo (82-80).
En el ataque posterior Hanga, muy obstaculizado en una acción en la que bien se podía haber señalado falta, no fue capaz de definir en su penetración. Acto seguido, de nuevo Randolph ejecutaba, esta vez anotando dos tiros libres que situaban a los madridistas con cuatro puntos de renta que a la postre serían ya definitivos con la canasta posterior de Larkin y dos lanzamientos más desde la línea de Nocioni.
De nuevo, el Baskonia abandonó la cancha con la sensación de haber regalado un partido que había tenido ganado después de remar mucho tiempo con el oleaje en contra y tras haber remontado un resultado adverso. La misma imagen que se vivió contra el Real Madrid en las últimas semifinales de la Copa del Rey, cuando también se acabó pagando con una derrota la mala gestión de las posesiones finales cuando la victoria ya se tocaba.