La Euroliga más rutilante de la historia está plagada de atractivos y lo tiene absolutamente todo para enganchar hasta al público más imparcial, aunque a menudo también depara simulacros de partidos en los que la desigual necesidad de los contendientes ahorra cualquier atisbo de emoción y condiciona sobremanera el resultado. El colmillo afilado del Baskonia contrastó con la apatía del Galatasaray, al que su propia afición empujó a pasar de puntillas por el choque antes del salto inicial desencandenando la cólera de su técnico. Ataman, histriónico y polémico donde los haya, no se lo pensó dos veces y se marchó al vestuario con sangre en los ojos. Volvería más tarde, pero el caldo de cultivo para el paseo militar de los vitorianos ya estaba originado. Por lo demás, lo hizo muy fácil un maratoniano azulgrana que se abstrajo del caos en las gradas. Nada exigidos y con el viento a favor, los aplicados chicos de Sito Alonso terminaron ganando por aplastamiento y golpeando con virulencia desde todos los frentes a un anfitrión fantasmagórico.
Lástima que la exhibición alavesa se viera empañada unas horas más tarde por la victoria del Panathinaikos ante el CSKA en la prórroga. Un resultado que sirve para decir adiós matemáticamente a la posibilidad de asaltar la cuarta plaza y, por ende, gozar de la ventaja de campo en el cruce de cuartos de final. El Real Madrid se convirtió en un aliado imponiéndose al Fenerbahce, no así los rusos, que cayeron en el OAKA tras desperdiciar un último balón en el tiempo reglamentario. Pequeño jarro de agua fría para la tropa alavesa, confiada en prolongar las opciones de ser cabeza de serie hasta la última jornada.
La cuarta visita del Baskonia a Estambul trascendió lo meramente deportivo y deparó un episodio surrealista que rara vez había acontecido en la historia del baloncesto. Ergin Ataman abandonó la cancha del Abdi Ipekçi en los prolegómenos ante los cánticos proferidos desde un sector de la grada para que el Galatasaray se dejara perder. Y todo ello con la única intención de perjudicar los intereses del Fenerbahce, un rival directo de los vitorianos en la pelea por la cuarta plaza. El preparador otomano retornó en el minuto 5 con cara de pocos amigos y a instancias de miembros de la directiva, pero ese ambiente enrarecido en el rival allanó el camino hacia un plácido éxito.
El Baskonia, al que nada le iba en esa guerra y que pasaba por ahí, se limitó a aprovechar las facilidades de un Galatasaray atacado por el virus de la desmotivación y empeñado en dar todas las facilidades del mundo. Con una eficacia sobresaliente desde la larga distancia, un juego de elevadas revoluciones, la sobriedad de un pletórico Tillie y la dictadura interior de Ilimane Diop, autor de un recital anotador pocas veces apreciado durante su incipiente carrera, el conjunto vitoriano no dejó margen para la sorpresa y se disparó hasta unos guarismos de escándalo. Por si no había pocos aliados en la capital turca, Ataman plantó a sus pupilos en una gélida zona 2-3 que sería acribillada por unos francotiradores azulgranas en estado de gracia.
La resistencia turca fue ínfima y el partido desembocó en un correcalles con el fin de que los protagonistas engordasen su estadística. Brillaron por su ausencia las defensas y hubo barra libre para cualquier floritura. En lo más parecido al All Star estadounidense, el choque adoleció del más mínimo rigor táctico. Mientras el caos se apoderaba en las gradas, el Baskonia circuló a través de una alfombra roja para satisfacer su objetivo. Gracias a tiros completamente liberados y las segundas opciones, amasó cómodas rentas que nunca pusieron en peligro su supremacía. Tras hacer diana en 11 de sus 16 primeros lanzamientos desde el 6,75, el Galatasaray acabó reducido a escombros. Un paseo militar que unas horas más tarde se vería aguado por el agónico triunfo del Panathinaikos ante el CSKA. Para vivir la sexta Final Four de la historia, por tanto, tocará hacer alguna machada a domicilio.
Simulacro de partido. El hambre baskonista contrastó con la desidia de un Galatasaray que no planteó batalla y, tras vivir un episodio surrealista en los prolegómenos con la marcha de Ataman al vestuario, fue aplastado desde todos los frentes.
Acierto y vértigo. El conjunto vitoriano, favorecido por la zona 2-3 turca y con tiros completamente liberados, anotó 11 de sus primeros 16 triples. A ello sumó infinidad de contragolpes y canastas en segundas opciones.
Anfitrión lastimoso. Una cosa es que no se jugara nada en el envite y otra distinta la triste imagen ofrecida por un Galatasaray al que el Baskonia convirtió en un muñeco de trapo.
80
103
Una balsa de aceite. El Baskonia hizo fácil un partido en el que, sí o sí, debía ganar para seguir prolongando sus esperanzas de acabar cuarto. Aprovechó las facilidades del marcador para repartir minutos entre todos sus integrantes, aunque Laprovittola y Sedekerskis pudieron haber disfrutado de más protagonismo. La trayectoria continental está siendo casi sobresaliente.
Pocos partidos en su incipiente carrera ha acreditado tanta solvencia a la hora de martillear el aro rival. Sobrado de hambre y pundonor para erigirse en un martillo pilón bajo los aros.