vitoria ? Se jugó a lo que quiso Xavi Pascual y el Panathinaikos, al que solo le hicieron falta diez minutos para sumir en la más absoluta depresión a un Baskonia irreconocible. Pasó de largo una oportunidad de oro. Queda todavía mucha Euroliga por delante, pero nadie esperaba un bajonazo de estas características. En el momento propicio para refrendar el crecimiento, dar un golpe de autoridad y opositar a la ventaja de campo en el Top 8, la tropa alavesa sufrió el clásico mal de altura. Se vio borrada del mapa en el primer cuarto y careció de la pócima para neutralizar el ritmo cansino de un Panathinaikos que ni siquiera precisó una buena versión de Bourousis, apagadísimo en su retorno al Buesa Arena. En un velada de bajas revoluciones y disputada al tran tran, tal y como anhelaba el técnico catalán que se ha hecho con las llaves del OAKA, el cuadro vitoriano se activó demasiado tarde. Para cuando prendió la mecha de la reacción y revolucionó la cosa, el destrozo era gigantesco. Siempre con la lengua fuera y a remolque de un visitante dedicado tan solo a sestear y dejar consumir las posesiones sin hacer nada, se acercó a lo sumo a seis puntos en varias ocasiones (61-67). Sin embargo, el Baskonia volvió a pegarse un tiro en el pie con nuevos errores clamorosos. Canastas erradas debajo del aro, rebotes concedidos, pérdidas absurdas... Fue imposible arreglar en el epílogo los muchos despropósitos anteriores. Emergió una soporífera partida de ajedrez, saldada con réditos nefastos. La formación helena se sintió como pez en el agua e hizo gala de su consabido oficio. Todo lo contrario que un anfitrión de lo más incómodo, preso de la ansiedad, huérfano de referentes ofensivos que metieran el miedo en el cuerpo a un rival acomodado gracias a su madrugador botín y a merced del ritmo de tortuga impuesto casi siempre por ese maestro del basket control llamado Nick Calathes. Antes del salto inicial, la mejor noticia para ambos procedió desde la lejana Estambul con la nueva derrota del Fenerbahce. Quien ganase, por tanto, daría un paso de gigante en busca de la ansiada cuarta plaza. Se las prometía felices el personal, pero pronto sobrevino un mazazo contundente. Pese al caramelo en su boca de asaltar un mágico lugar para hacer realidad la ventaja de campo en el play off, los sueños del Baskonia se desvanecieron demasiado pronto. En un partido torcido de principio a fin que supuso un frenazo en seco en su magnífica progresión de los últimos tiempos, recibió una de esas cornadas que escuecen. Tras navegar a contracorriente y sufrir la exhibición de Singleton, tocó fondo mediado el tercer cuarto (25-47). A partir de ahí, se rebeló contra el destino escrito y pudo obrar el milagro, pero la misión era imposible. Xavi Pascual, tan cuestionado por su apuesta cicatera, dejó su impronta con un perfecto planteamiento táctico que cortocircuitó la ofensiva azulgrana. El de Gavá urdió diferentes telas de araña con el fin de reducir a la mínima expresión el álgido manantial de los estiletes locales, principalmente Larkin. Ya fuera con esa mortal caja y uno sobre el base estadounidense, una zona 2-3 o la defensa individual, los ataques iniciales del Baskonia se convirtieron en una oda a la impotencia. Apenas seis puntos firmó el anfitrión en diez minutos, fruto de dos solitarias canastas de Shengelia y una de Hanga. Bagaje a todas luces escuálido que puso cuesta arriba la noche.El Panathinaikos dejó una impronta de bloque serio, rocoso disciplinado y con las ideas muy claras. Taponó todos los caminos del aro al Baskonia, completamente desbordado en un aterrador cuarto inicial, acelerado más tarde para reducir la abismal desventaja y sometido por los férreos grilletes helenos. En el duelo de estilos, se llevó por goleada la batalla un Panathinaikos de cadencia parsimoniosa pero empeñado en que la velada no desembocara en un correcalles que favoreciera el intercambio de canastas. Con Calathes como mejor exponente de ese baloncesto control y un indiscutible control de los tableros, el cuadro del trébol levantó un muro inabordable contra el que el anfitrión salió rebotado. Casi nunca se vio encendida la mecha del contragolpe o del acierto exterior que permitiera un atisbo de resurrección. Sito apostó por Laprovittola al frente del timón, pero tampoco cambió demasiado el decorado con un Baskonia carcomido por la ansiedad y los errores de bulto. Paso atrás que amenaza con costar muy caro. l
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