vitoria - Ioannis Bourousis apenas permaneció una campaña en Vitoria, el tiempo suficiente para dejar un recuerdo imborrable en una ciudad que siempre le estará agradecido por una contribución impagable. El pívot griego, acogido con escepticismo en sus primeros pasos, del que muchos pensaban que ya estaba de vuelta en esto del baloncesto y que había protagonizado encontronazos con el Buesa Arena vistiendo otras camisetas, se erigió en el indudable baluarte que devolvió al Baskonia la aureola de equipo ganador.

Gracias en buena medida a su brutal impacto en los esquemas de Velimir Perasovic, el técnico que le supo sacar todo el jugo del mundo y relanzó su devaluada carrera deportiva creando un ecosistema especial para que el barbudo nacido en Karditsa se sintiera una especie de rey Midas, el conjunto vitoriano regresó a la élite del baloncesto continental tras varios años de penurias y sinsabores. A la altura de otros carismáticos iconos azulgranas que dejaron huella en el pasado, Bourousis adoptó el traje de guía espiritual de un colectivo engrasado en el que todos le seguían a pies juntillas. Como esa especie de padre predestinado a aportar buenas dosis de templanza y sangre fría a un grupo que contaba al frente del timón con dos potros salvajes, el Baskonia le concedió las llaves del equipo para ser el auténtico líder.

Junto a Mike James, otro integrante de la revalorizada plantilla del pasado curso que emigró hacia Atenas tras recibir una oferta irrechazable, Bourousis pondrá esta noche el picante a un partido rebosante de alicientes. Rearmados por las horas bajas que vive el Fenerbahce, cuyo calendario en las tres jornadas que restan para la clausura de la fase regular de la Euroliga es durísimo, vitorianos y griegos suspiran por una victoria que deshaga la igualdad entre ambos en la clasificación y, quizá, sirva para encaramarse al cuarto cajón si los de Zeljko Obradovic vuelven a tropezar hoy a domicilio ante el Anadolu Efes.

El embrujo del Buesa Arena, que ya creó una atmósfera especial hace una semana para engullir al CSKA, deberá jugar nuevamente un papel relevante. Con la confianza por las nubes y recobrado el gen ganador de meses atrás, el Baskonia se dispone a dar continuidad a su inercia positiva de las últimas semanas que le han llevado a enlazar cuatro triunfos consecutivos. El de esta noche tiene un valor doble porque, en caso de darse una nueva alegría, tendrá casi todos los boletos para superar el average -en la ida perdió por un único punto (69-68) en el Oaka tras aquella fatídica acción final en la que Beaubois ni siquiera pudo lanzar a canasta- y distanciar a los helenos en la clasificación casi de forma definitiva.

singleton, el peligro Ante el complicado calendario del Fenerbahce, un pleno de éxitos en estas tres últimas jornadas tiene visos de traducirse en la ventaja de campo de cara al cruce de cuartos de final. Algo ciertamente insospechado hace escasas fechas cuando las dudas se apoderaban del Baskonia. Hoy en día, vuelve a ser un grupo reconocible que ha mitigado la ultradependencia del acierto exterior gracias, en parte, a la balsámica reaparición de Shengelia, el pletórico estado de Larkin y la progresión del todoterreno Budinger. Y todo ello sin obviar la recuperación del sacrificio defensivo, encarnado en piezas incandescentes como Rafa Luz y Blazic.

El Panathinaikos, ya sin Alessandro Gentile entre sus filas pero que acaba de recuperar tras una larga lesión a un elemento determinante para mejorar su atleticismo debajo de los tableros como James Gist, baja muchos enteros su rendimiento como visitante. Prueba de ello es que tan solo ha ganado tres partidos ante el Brose Baskets (83-84), el Emporio Armani (72-86) y el Galatasaray (79-84).

Su integrante más en forma es, sin duda, Chris Singleton, un ala-pívot que ya despuntó el pasado ejercicio en el Lokomotiv Kuban y suele causar estragos gracias a sus variados registros ofensivos. El controvertido Xavi Pascual, acusado de proponer un juego cicatero y al que recurrió el club del trébol para superar un tramo de turbulencias, también se nutre del oficio de Nick Calathes y la vena tripista de KC Rivers. El técnico catalán nunca concede la alternativa de inicio a Bourousis y James.

Un rival peligroso pero al alcance de este renacido Baskonia que, con Bargnani fuera de combate, está llamando con fuerza a la puerta de objetivos ambiciosos. Será un choque de estilos: el implacable vértigo azulgrana ante la cadencia parsimoniosa del ya pascualizado Panathinaikos que tratará de añadir cloroformo a la velada. Quien imponga su ley en este sentido, tendrá mucho ganado, aunque el conjunto vitoriano ya ha demostrado durante los últimos meses que también sabe adaptarse a encuentros de perfil árido en los que debe ponerse el mono de trabajo para sobrevivir.