Vitoria - Tras las dos últimas victorias en el Buesa Arena ante el Armani y el Valencia que han apaciguado los ánimos, el listón de la exigencia se eleva sobremanera hoy para un Baskonia que afronta otra jornada decisiva para su supervivencia en la Euroliga. Aguarda en Estambul enrabietado y con las uñas afiladas un peso pesado como el Fenerbahce, un conjunto al alza durante las últimas semanas que calibrará el estado de las constantes vitales azulgranas. El problema radica en que la expedición comandada por Sito Alonso se desplazó ayer hasta Estambul en unas precarias condiciones físicas para intentar dar la réplica a uno de los firmes candidatos al título. Si jugar en una de las canchas más calientes del Viejo Continente ya es difícil de por sí, hacerlo mermado de salud convierte la búsqueda del éxito en un ejercicio de fe.

Al margen de la baja de Bargnani, que se perderá a orillas del Bósforo el decimonoveno partido desde que viste la elástica vitoriana, tres jugadores se encuentran tocados si bien viajaron y albergan posibilidades de vestirse de corto. Laprovittola sufre un esguince de tobillo, Shengelia está aquejado un proceso gripal, mientras que Budinger arrastra unos problemas musculares que pueden desaconsejar su participación ante los de Obradovic. La única noticia positiva de la enfermería es el retorno de Hanga, ya restablecido de las molestias en la pierna derecha que le obligaron a guardar descanso ante el Valencia.

Con este parte de guerra tan desolador, el Baskonia encara el difícil objetivo de sumar una victoria que deje prácticamente encarrilado el pasaporte hacia el Top 8 de la Euroliga. Caso de profanar la cancha turca, el cuadro vitoriano habrá dado un paso de gigante para satisfacer su objetivo a falta de cinco jornadas para la conclusión de la fase regular. Sin embargo, no se presenta sencillo el reto ante el vigente subcampeón continental, también herido en su orgullo tras la escabechina que sufrió en el Buesa Arena.

udoh, descartado En una de las noches más conmovedoras de la presente edición continental, el Fenerbahce encajó una derrota humillante por 34 puntos de diferencia y ahora arde en deseos de devolver ese golpe pese a que su enfermería también está plagada de inquilinos. Y es que Obradovic no podrá disponer con seguridad de un clásico al frente del timón como Kostas Sloukas -algo que dejará al nacionalizado turco Dixon como único base puro del equipo otomano-, mientras que el fornido Ekpe Udoh también está prácticamente descartado tras la lesión en el hombro que padeció en el último partido de la competición doméstica ante el Darussafaka.

Dos ausencias sensibles para el laureado técnico serbio, que tampoco dispone de una plantilla lo suficientemente amplia y cuyo esqueleto está formado por nueve piezas. Pese a su astronómico presupuesto, el Fenerbahce no va sobrado de fondo de armario y dispone de varios jugadores locales (Mahmutoglou, Duverioglu...) que son figuras decorativas. Es un roster algo más corto en comparación con otros transatlánticos como el CSKA, el Real Madrid o el Olympiacos, pero extremadamente polivalente y de una calidad contrastada en todos los puestos.

Al margen del fuego anotador procedente de las manos de Dixon, Bogdanovic o Nunnally, la versatilidad del elegante Datome -capaz de jugar en varias posiciones a gran nivel-, la consistencia del rocoso Kalinic, la eterna amenaza triplista de Antic y el juego aéreo de Vesely, un poste que vive permanentemente por encima del aro y resulta imparable en el dos por dos cuando recibe balones francos del base, no le quedarán excesivas armas al Fenerbahce, cuyo rendimiento describe una línea ascendente en la Euroliga con seis victorias en los últimos siete partidos.

Todo lo contrario que el Baskonia, que tan solo acumula dos triunfos en ocho encuentros y ya siente el aliento en la nuca del Darussafaka en la encarnizada pelea por la octava posición. Con todo, los vitorianos continúan dependiendo de sí mismos y deberán hacerlo rematadamente mal en las jornadas restantes para quedar fuera de la aristocracia europea.