vitoria - Cada vez que el Baskonia emite un parte médico referido a Andrea Bargnani, casi nadie frunce el ceño ni maldice una especie de mala fortuna. Hay otras ausencias que condicionan hoy en día mucho más la estabilidad del proyecto azulgrana. Al margen de haber interiorizado ya el personal que el poste italiano posee un físico de cristal y es incapaz de encadenar varios partidos seguidos sin padecer dolor en algún músculo o zona del cuerpo, la incuestionable certeza -también los resultados- es que su ausencia no abre precisamente un boquete de dimensiones gigantescas ni hace que el engranaje en manos Sito Alonso se resienta gravemente.
El conjunto vitoriano se ha acostumbrado a ganar y sabe sobrevivir huérfano del concurso del fichaje de relumbrón del pasado verano, una apuesta con un cierto componente de riesgo que transcurridos más de seis meses de competición ha salido rana y, salvo brusco giro de los acontecimientos, difícilmente reaccionará en los que queda de campaña. Y los números no hacen sino alimentar esta teoría que queda plasmada un día sí y al siguiente también mientras Bargnani permanece detrás del banquillo en la silla de los lesionados. De los dieciocho partidos disputados esta temporada por el Baskonia sin el cinco nacido en Roma, ha ganado trece. Un altísimo porcentaje de triunfos y que en condiciones normales hubiera producido extrañeza teniendo en cuenta la jerarquía inicial del protagonista.
Apenas se escaparon vivos el Gran Canaria en la semifinal de la Supercopa -la falta de rodaje azulgrana era una evidencia en aquel momento-, el Unicaja y nuevamente el conjunto insular que dirige Luis Casimiro en sendas salidas correspondientes a la fase regular de la ACB y, por último, el Olympiacos y el Panathinaikos en la Euroliga. Frente a los gigantes griegos, eso sí, la formación alavesa compitió de manera notable y tan solo unos pequeños detalles le privaron de satisfacer su objetivo. En las restantes ocasiones que Bargnani ha permanecido de baja, los partidos se han resuelto con victoria y generalmente con brillo en las controvertidas facetas donde el exNBA flaquea más de la cuenta. Sin obviar tampoco el hecho de que en bastantes casos el rival pertenecía a la aristocracia continental y no era una perita en dulce, lo que realza más si cabe el notable papel de sus compañeros en la pintura.
sin adn baskonista Es una evidencia que esta estadística no deja en buen lugar a un Bargnani que hasta la fecha ha respondido con cuentagotas a las altísimas expectativas que generó su contratación para esta temporada y la siguiente, que está por ver si cumplirá. Ya fuera por el magnífico precedente de Bourousis -un poste que, al igual que el italiano, necesitaba reivindicarse en Vitoria tras su oscura etapa en el Real Madrid-, por su etiqueta de número uno del draft o por la consabida calidad que ha paseado durante su etapa en la NBA, el anuncio de su mediático fichaje desató una desbordante ilusión en todos los estamentos del club y la afición. A la hora de la verdad, mucho ruido y pocas nueces porque la solidez acreditada por Voigtmann durante la primera parte de la campaña y ese horno incandescente llamado Ilimane, secundados por el gladiador Tillie, han sostenido de forma admirable un juego interior vitoriano falto de músculo y kilos.
Con Bargnani perseguía el Baskonia un salto de calidad en la vertiente ofensiva y, ante todo, una buena ración de puntos cada noche, faceta en la que Il Mago siempre ha sido un especialista al ver el aro como una piscina. Tras varios meses de militancia como azulgrana, ya ha quedado patente que no es un pívot con el ADN baskonista y que a Sito Alonso le hubiese venido de perlas otro perfil de jugador más aguerrido y contundente en el plano físico. Por poner nombres, un Dunston, Hines, Udoh o Birch de la vida que delimitan su territorio y se dejan sentir bajo los tableros. Sin Bargnani, para más inri la ficha más onerosa de la plantilla por delante de Larkin, nadie duda de que el alavés es un conjunto más aplicado, solidario y granítico en labores defensivas, tal y como quedó patente en la batalla del domingo ante el Valencia Basket.
la encrucijada de sito Si algo no puede permitirse el lujo de perder el Baskonia en las citas ásperas es el espíritu de lucha cuando adolece de acierto desde el perímetro y con Bargnani en nómina -también sucede a menudo con un Voigtmann algo inexperto aún- se producen desajustes que claman al cielo y los rivales se encargan de castigar. Una situación incómoda de manejar desde el inicio de la temporada por Sito Alonso, obligado por exigencias del guión a recurrir a un fichaje de esta envergadura pero al que el cuerpo y su fuero interno no le pediría casi nunca concederle la alternativa al cinco transalpino.
Una evidencia de ello es lo sucedido en la semifinal copera ante el Real Madrid. Ante las cuatro faltas de Ilimane Diop, el preparador madrileño optó por mantener contra viento y marea en los minutos finales a un Voigtmann extenuado por el esfuerzo y necesitado de una bombona de oxígeno. Como trasfondo de esa determinación figura la falta de confianza hacia un Bargnani que, aun estando en buenas condiciones físicas, no se ha ganado la opción de erigirse en el pívot de referencia del Baskonia con su decepcionante rendimiento. Con menos talento, tanto el alemán como el senegalés son mucho más útiles al entrenador.