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Fontanería eficaz. Pese a que el Baskonia estuvo gris y desacertado durante muchos minutos, ganó esta vez a contraestilo con un gran despliegue físico atrás ante el Valencia. Recuperó para la causa a Blazic, un guerrero del que no había noticias. Con todo lo que ha llovido y las imperfecciones azulgranas, tiene al equipo vivo en la Euroliga y en una situación envidiable dentro de la ACB.

Beaubois, el detonador. Llevaba apenas dos puntos hasta el minuto 29, pero el galo terminó por reventar un partido de escasa calidad con su pegada mortal desde el perímetro.

Un rival exhausto. Al Valencia Basket, cuyos problemas se amontonaron en el Buesa con la lesión de Vives y la expulsión de Pedro Martínez, se le hizo eterno el partido. En medio de su cruce de Eurocup ante el Khimki, llegó justo de fuerzas al epílogo.

Tedio absoluto. Entre dos alternativas al poder establecido surgió un partido caótico y de ínfima calidad. Las bajas en ambos bandos pesaron lo suyo, pero no sirven como atenuante ante el pobre espectáculo presenciado en el Buesa Arena.

vitoria - En esta ACB de locos, devaluada a más no poder y cuyos dos gigantes emiten síntomas de vulnerabilidad, el Baskonia se encaramó ayer al segundo cajón del podio. Y eso que todavía está lejos de la excelencia y de ser un colectivo redondo. Únicamente el sorprendente Iberostar de Txus Vidorreta le mira por encima del hombro en una clasificación que causa perplejidad. En esta soporífera carrera de fondo que es la fase regular, más de uno se guarda fuerzas consciente de que lo más importante se encuentra por venir. Con todas sus imperfecciones, sus tramos de discontinuidad y el incuestionable potencial que conserva en la recámara, el equipo vitoriano tiene licencia para soñar y acabar con la prolongada sequía de títulos a nivel doméstico.

La jornada resultó a pedir de boca con un triunfo poco estético ante el Valencia, pero la felicidad no acabó siendo completa en el Buesa Arena. Y es que a los vitorianos, con todo a su favor (71-59), se les escurrió de las manos la posibilidad de superar a un rival directo en el basket average. Una estúpida falta de Ilimane sobre Van Rossom, los dos tiros libres anotados por el belga y la imposibilidad de que Larkin aprovechara una última bala dejan igualados a vitorianos y valencianos en este aspecto primordial que bien podría condicionar una ventaja de campo en las series finales por el título. En la ida había sucumbido por ocho en la Fuente de San Luis (99-91) y será el basket general -a favor ahora de los pupilos de Pedro Martínez- será quien desnivele la balanza en caso de igualdad de victorias.

Fue el de ayer un encuentro desquiciante y rebosante de errores en el que triunfó el menos malo. Y ese no fue otro que un Baskonia erigido en un fontanero eficaz ante un rival muy justito físicamente y al que se le amontonaron los problemas con la tempranera lesión de Vives y la expulsión de Pedro Martínez por doble técnica en el intermedio. Menos buen juego, tuvo de todo una tarde soporífera a la que un nefasto trío arbitral se encargó de poner más palos en las ruedas.

En medio del sopor y la bronca, terminó reinando el equipo con más aniquiladores y gotas de talento. Larkin y especialmente Beaubois, el brazo ejecutor azulgrana con una pegada descomunal en el cuarto periodo -15 de sus 18 puntos llegaron a partir del minuto 29-, destrozaron la resistencia levantina. Cuando las canastas brillaban por su ausencia y la espesura por parte de ambos bandos adquiría tintes dramáticos, el instinto asesino de los dos mejores pistoleros en manos de Sito Alonso encendió al Buesa. El estadounidense dejó su sello con varias penetraciones marca de la casa, mientras que el francés acribilló al Valencia desde el 6,75 con varias bombas providenciales. El colofón perfecto a una jornada que nadie guardará en la videoteca.

Porque entre dos alternativas al poder establecido surgió un partido caótico, de ínfima calidad y de trazos siderúrgicos. Las sensibles bajas en ambos bandos no sirven como atenuante ante los buenos mimbres que opusieron ambos técnicos. Pese a su galopante desacierto desde el perímetro, se aprovechó el Baskonia de la fatiga de un visitante extenuado por su reciente doble confrontación ante el Khimki y con la cabeza dispersa. Para colmo de despropósitos, algún ataque de entrenador aumentó la esquizofrenia. Ante las dudas de Van Rossom y la lesión de Vives en el tobillo, San Emeterio tuvo que ejercer como base al inicio del segundo cuarto con el consiguiente perjuicio para las filas levantinas.

La visita al Buesa Arena constituía un auténtico marrón para un Valencia con los cinco sentidos puestos en la búsqueda del pasaporte para las semifinales de la Eurocup. Cada vez que los vitorianos dieron una vuelta de tuerca a su intensidad defensiva con una presión alta, quedó patente la escasa chispa taronja. A falta de clarividencia, vértigo y sus célebres oleadas anotadoras, el Baskonia supo bajar al barro, convertirse en un destructor eficaz y ganar a contraestilo. En el tramo caliente, recurrió al desbordante talento de Larkin y Beaubois para apuntillar a un Valencia ya sin oxígeno en la cabeza. Gélidos y letales como casi siempre, ambos exteriores pusieron en bandeja una segunda plaza que suena a música celestial con la tromba de agua que ha descargado sobre el Buesa Arena en las últimas semanas.

Llegó a Vitoria para acreditar su instinto asesino en duelos de este calado. Con una álgida producción anotadora y una determinación a prueba de bombas, sepultó al Valencia en el epílogo.