88 - 99

Oxígeno necesario. En Zaragoza también se jugaba muchas cosas y superó la prueba con relativa facilidad. Regaló muchos minutos en la cuerda exterior a un Beaubois muy desacertado y también debió conceder más respiros a Larkin pese a su empeño por seguir jugando. Ante un rival tan entregado como el maño, la presencia en cancha del estadounidense constituyó un riesgo innecesario.

Larkin, un abusón. Acabó completamente acalambrado y su cuerpo pidió clemencia. El estadounidense, designado ‘MVP’ de la jornada, firmó una exhibición salvaje en el Príncipe Felipe. Se fue hasta los 30 puntos, alimentó a la perfección a sus compañeros e hizo lo que quiso en la pista maña con un recital espectacular.

Debilidad maña. El Tecnyconta, que perdió a última hora a Bellas y con una rotación muy mermada, tendió una alfombra roja para el lucimiento azulgrana. Su endeble zona 2-3 fue rota sistemáticamente por un Baskonia que también agradeció la buena versión de jugadores muy discutidos como Bargnani, Budinger o Laprovittola.

Mientras la Euroliga es una vara de medir muy exigente que está provocando innumerables sofocones en los últimos tiempos, la ACB constituye otro cantar rebosante de rivales mucho más amables a la hora de dejar en un segundo plano los problemas estructurales del Baskonia. Los severos agobios continentales contrastan con el estado de bienestar a nivel doméstico. Con todo lo que está lloviendo últimamente y pese a las dudas en el equipaje, el conjunto vitoriano acaricia un liderato en manos ya, contra todo pronóstico, del Iberostar Tenerife. Sus rivales directos no andan sobrados en esta carrera de fondo y el hecho en cuestión alienta sobremanera el optimismo. La de este fin de semana ha sido una jornada redonda con el plácido triunfo azulgrana en el Príncipe Felipe y las sorprendente derrotas del Real Madrid y Barcelona, tan vulnerables como los alaveses en una temporada agotadora en el plano físico y mental.

Con algún sobresalto más de lo debido ante la debilidad local, el Baskonia cumplió el expediente en tierras mañas. Fue el vitoriano un equipo práctico que hizo lo justo, se limitó a aprovechar la inercia de su mayor calidad y apeló a la practicidad para someter a un anfitrión escaso de banquillo, dureza, físico y capacidad atlética. Bastaron los fogonazos de clase de los estilistas azulgranas para evitar un nuevo disgusto de consecuencias imprevisibles. Para satisfacer su objetivo, no obstante, Sito Alonso debió exprimir hasta límites insospechados a un desequilibrante Larkin.

Constituyó un síntoma preocupante que el base estadounidense, tocado y renqueante desde el arranque del tercer cuarto, debiera meterse entre pecho y espalda otra minutada increíble para evitar que un anémico Tecnyconta se metiera en la pelea. Pese a sus ostensibles gestos de dolor y que el anfitrión no estuvo nunca en condiciones de discutir un triunfo de lo más cómodo, el técnico azulgrana mantuvo de forma desmedida a su estrella sobre la cancha. Hasta que su magullado cuerpo reclamó clemencia víctima de los calambres, el de Cincinnati destapó el tarro de las esencias con una actuación imperial.

fantasmas ahuyentados Soberbio en la faceta ofensiva, Larkin campó a sus anchas y gobernó a su antojo un partido en el que el Baskonia apenas sufrió en los minutos iniciales. Siempre por delante en el marcador, miró en todo momento por el retrovisor a un Zaragoza con la lengua fuera y que siguió a duras penas su infernal ritmo anotador. Si el resultado fue incierto hasta mediados del cuarto final (75-78), fue básicamente por las facilidades defensivas y la incapacidad para cerrar el rebote. Huérfano de solvencia en ambas facetas, un acomodado combinado vitoriano pudo haber finiquitado el encuentro con mucha más antelación. En cualquier caso, siempre dio la sensación de tener todo bajo control ante un histórico en horas bajas y que se suicidó al apostar por una zona 2-3 y aceptar el intercambio de golpes ante un visitante con un talento sensiblemente superior.

Larkin cogió su fusil y desaparecieron los problemas iniciales para un Baskonia que había protagonizado una gélida puesta en escena (14-7). El base estadounidense fue un huracán en el Príncipe Felipe, testigo de su volcánica exhibición pese a los problemas físicos que le hicieron mella con el paso de los minutos. Con varios triples consecutivas y un puñado de asistencias, desniveló la balanza y provocó el despertar de la escuadra vitoriana. Mediante un parcial de 0-14, se vieron ahuyentados de raíz los fantasmas que se cernían sobre su figura ante el dominio interior de Norel, indefendible para un irreconocible Ilimane en los albores del duelo.

Ante un anfitrión plantado en un endeble planteamiento zonal durante muchos minutos y que malvivió al frente del timón sin el concurso del lesionado Bellas, el Baskonia se topó con un partido ideal para cicatrizar sus heridas. Sin embargo, pecó otra vez de discontinuidad y se adentró en fases de oscuridad. Hasta en las jornadas más propicias, salen a la luz algunos tics peligrosos que adversarios de más tronío se encargan de penalizar en la Euroliga. Larkin acaparó los focos mediáticos, pero también sobresalió un excelso tercer cuarto de Bargnani, el trabajo silencioso de Budinger o la clarividencia de Laprovittola.

Si en la Euroliga sufre marcajes estrechísimos, en la ACB va sobrado a la hora de marcar diferencias. Pletórica exhibición y el faro que guió al Baskonia hacia un cómodo triunfo.