Todavía restan un par de meses para la llegada de los carnavales pero el Baskonia aprovechó la visita de ayer a Sevilla para pasar un buen rato disfrazándose. El conjunto vitoriano se puso en la piel en concreto de un boxeador con toneladas de dinamita en sus puños. Uno de esos míticos pesos pesados que son capaces de resolver sus combates por la vía rápida mucho antes de que se acerquen siquiera a la conclusión de los combates pactados. Cada golpe de sus guantes sirve casi para demoler un rascacielos y, lógicamente, sus adversarios no tardan en besar la lona con la consciencia completamente anulada.
Y esa fue la situación en la que se encontró el Betis apenas unos minutos después de abrirse las hostilidades en el pabellón San Pablo. La teoría ya marcaba sobre el papel una diferencia abismal entre las capacidades de ambos contendientes pero estas impresiones no siempre se llevan a la práctica. El Baskonia, además, se había convertido en las últimas semanas en un especialista en dar la sorpresa complicándose -o hasta malogrando- citas a priori asequibles.
No fue sin embargo el caso de la de ayer. El conjunto de Zurbano se subió al ring con los ojos inyectados en sangre y decidido a deshacerse de su contrincante a las primeras de cambio. Firmó así un inicio de partido absolutamente demoledor que finiquitó cualquier mínimo resquicio para la esperanza sevillana. Uno tras otro fue encadenando golpes contundentes a más no poder sobre un Betis que únicamente podía refugiarse en las cuerdas y esperar a que, en algún momento, amainase el vendaval azulgrana. Algo que, desgraciadamente para sus intereses, no sucedió hasta la conclusión de los cuarenta minutos.
Pero sin duda la clave del festival posterior estuvo en ese arranque en el que los de Sito Alonso abusaron de su rival como el más fiero depredador juguetea con una víctima a la que ya tiene dominada antes de devorarla. Algunos datos sirven para ilustrar a la perfección esta poco habitual situación. Así, por ejemplo, el Betis tardó nada menos que cinco minutos veintiún segundos en poder anotar su primera canasta en juego. Un tiro de Nachbar que servía para detener momentáneamente la sangría y establecer el 3-15 en el marcador.
Pero casi más llamativo que eso es que el cuadro sevillano únicamente pudiera hacer seis lanzamientos (tres triples y otros tantos de dos) en los cinco minutos iniciales. Lo que demuestra la absoluta asfixia a la que le sometió el Baskonia, que solo recibió en ese tramo un punto desde la línea de personal.