vitoria - A lo largo de la Historia hay muchos momentos que son recordados y han quedado marcados para la posteridad debido a las batallas que se han librado. Normalmente, por los éxitos de los vencedores. Pero hay excepciones en las que, independientemente del desenlace de la guerra, son inolvidables por el comportamiento de ambos contendientes. Duelos épicos en los que tanto vencedor como vencido merecen un unánime reconocimiento. Una de esas situaciones se vivió anoche en el Buesa Arena. En una contienda en la que Baskonia y Olympiacos libraron una enorme batalla, repleta de calidad e intensidad, de la que, desgraciadamente, salió con los brazos en alto el combinado heleno. Sin embargo, la actuación de los azulgranas no puede más que aplaudirse porque, por esa senda, los éxitos no tardarán apenas en regresar.

Cualquiera con un poco de memoria para recordar los muchos enfrentamientos pasados entre Baskonia y Olympiacos seguro que habría apostado por un desarrollo del partido muy diferente al del pasado martes en Madrid, especialmente a lo que a la producción ofensiva se refiere. Porque si algo define la marca de la casa griega es su capacidad para endurecer hasta el extremo cada contienda y obligar a su adversario a sudar sangre para sumar cada punto. Sin embargo, habrían perdido su dinero. Porque el duelo se convirtió desde su inicio en un auténtico festival de baloncesto de ataque en el que las acciones espectaculares se solapaban sin solución de continuidad en ambas canastas.

Todo ello, con dos nombres propios brillando por encima del resto. Los de Shane Larkin y Vassilis Spanoulis. Los dos bases se adueñaron por completo de la contienda para ofrecer una auténtica lección magistral de cómo manejar un equipo sobre la pista. Estadounidense y heleno, todavía joven el primero y veterano de mil guerras el segundo, protagonizaron un duelo individual paralelo al de sus respectivos equipos que deparó algunos momentos de la máxima calidad. Este escenario se mantuvo hasta el descanso. Con el conjunto local prácticamente siempre con la iniciativa pero sin poder despegar definitivamente a su rival -otra de las señas de identidad del Olympiacos-. Hasta doce puntos de renta llegó a tener el plantel de Sito Alonso como máxima ventaja mediado el segundo periodo (40-28), pero una y otra vez veía cómo su oponente volvía a pegársele a su espalda dispuesto a darle el golpe de gracia al menos descuido.

Y esa situación comenzó a producirse al regreso de los vestuarios. Pese a que el tercer periodo arrancó con un triple de Hanga (55-47), la respuesta griega no pudo ser más contundente. De la mano nuevamente de un inspiradísimo Spanoulis -que en los dos últimos cuartos le ganó claramente el pulso a los bases baskonistas-, el Olympiacos desató una tormenta ofensiva descomunal en la que acribilló a la escuadra vitoriana desde la larga distancia. Por si fuera poco, endureció su nivel defensivo varios grados dificultando enormemente el acceso al aro del cuadro local.

Con ello le dio la vuelta al marcador hasta ponerse 64-70 y situar cerca del colapso a un Baskonia que comenzaba a mostrar síntomas de cansancio y falta de claridad de ideas. Pese a ello, en un arreón final, pudo recuperar la iniciativa para arrancar el cuarto definitivo con dos puntos de ventaja (74-72). Esos diez minutos del epílogo, sin embargo, fueron prácticamente un calco de los anteriores, con la salvedad de que el conjunto local no pudo repetir la reacción. El estadounidense Green se convirtió en un estilete mortífero que hurgó una y otra vez en las tripas azulgranas para, a base de triples y canastas imposibles, llevar la renta hasta un 82-90 que parecía sentenciar el duelo. Se resistió al máximo no obstante el plantel de Sito Alonso que, tirando de orgullo pero ya sin el oxígeno necesario para acertar en las últimas decisiones, dispuso de tres acciones consecutivas restablecer las tablas. Se precipitó -los árbitros tampoco ayudaron demasiado- y al final no tuvo más remedio que claudicar. Eso sí, con la cabeza alta y tras una gran batalla.

90

95

La intensidad del georgiano en ambas zonas fue uno de los puntos fuertes del Baskonia ayer. No perdió la fe hasta el final aunque desperdició una opción de acercarse en marcador al final.