87 - 91

Por si alguien tenía dudas, el Baskonia ya está aquí. Y está dispuesto a ser de nuevo uno de los grandes protagonistas de la mejor competición continental. A todos los incrédulos, el combinado de Sito Alonso les entregó ayer su particular tarjeta de presentación en forma de una espectacular y merecidísima victoria a domicilio sobre el Real Madrid. Un rival que cuenta, sin duda, con una de las plantillas más potentes del toreo. Unos jugadores que, sin embargo, quedaron empequeñecidos ante la exhibición en prácticamente todos los aspectos de los azulgranas. Porque la verdad es que los cuarenta minutos de la contienda de ayer serán recordados probablemente como los de una exhibición magistral. Desde el arranque hasta el pitido final. Un puñetazo en la mesa con guante de seda que, desde luego, podrá sobre aviso a los próximos rivales.

Una demostración que adquiere además especial relevancia porque el encuentro se presentaba con negros nubarrores de última hora sobre el horizonte baskonista como consecuencia de la inesperada ausencia de Bargnani, una de las principales referencias del equipo este curso. Si asaltar un fortín como el feudo del Real Madrid se antoja casi misión imposible con el arsenal al completo, cuando se llega a la guerra disminuido la esperanza se reduce al mínimo. Sin embargo, el Baskonia quiso dejar claro desde el salto inicial que no estaba ni mucho menos dispuesto a claudicar sin dar la batalla. Y lo hizo con una puesta en escena bestial. Un directo al mentón de su oponente en toda regla con lo mejor de su repertorio. Lo que ya había exhibido en ocasiones precedentes y con grandes progresos en otros aspectos que, hasta ahora, se encontraban dentro de las asignaturas pendientes.

Así, de entrada, endosó un contundente 0-7 subido al vendaval encarnado en primera instancia por Voigtmann, Akognon y Shengelia. El Real Madrid, que no se esperaba semejante castigo, acusó el golpe y, estuvo durante prácticamente todo el primer cuarto fuera del partido. No por voluntad propia desde luego, sino porque el Baskonia le sacó a empujones. Con una defensa agresiva que le permitió lanzar varios contragolpes, el control del rebote en ambas zonas y un ataque que rozó prácticamente la perfección, el plantel vitoriano logró una máxima renta de trece puntos (14-27) que fue capaz de mantener hasta el cierre de este periodo (19-32).

Si el arranque fue brillante, no menos notable fue la actuación azulgrana en el segundo cuarto. El equipo fue capaz de mantener el duelo por los mismos derroteros y, pese a la entrada a pista de los jugadores de banquillo, no se redujo significativamente ni el nivel de su juego ni su ventaja en el marcador. De hecho, mediado el periodo, una canasta de Blazic llevó la renta hasta los 17 puntos (28-45). Al descanso, se quedó en once (43-54).

El paso por los vestuarios auguraba la reacción madrileña y, como no podía ser de otra manera, llegó. Con la permisividad arbitral para elevar su tono defensivo y la aparición del cansancio en las piernas, el plantel de Pablo Laso firmó un 6-0 de inicio que pareció instalar las primeras dudas en las filas visitantes. Era el momento entonces de cambiar de registro y, en una nueva demostración -de carácter y personalidad entre otras cosas-, el Baskonia lo hizo para mantenerse enganchado al duelo a través de otros argumentos.

Ya no llegaban las canastas con tanta facilidad y el sufrimiento era constante pero los de Sito Alonso lo ejecutaron de forma sobresaliente también. Ya en el último cuarto, el Madrid logró ponerse por delante por vez primera en el duelo (74-71 a 7.01) y estiró la racha hasta un 81-73 que parecía la sentencia la rebelión alavesa. Cualquier otro la habría asumido como un final inevitable pero la escuadra de Zurnano hurgó en sus entrañas para encontrar un último gramo de fuerza y seguir intentándolo. Apoyado en él llegó hasta un desenlace igualado a cara o cruz.

Shengelia acercó al Baskonia a un punto (84-83) a 1.44 del final, Llull falló el siguiente ataque blanco y, a punto de entrar en el minuto final, Blazic firmó un triple espectacular que daba ventaja al Baskonia (84-86). No se iba a rendir el Madrid sin embargo y Felipe Reyes convirtió un 2+1 para dar la vuelta al columpio (87-86). En ese momento, cuando el balón quema y los cobardes se esconden, los de Sito Alonso sacaron a relucir todo su carácter encarnado en dos nombres propios. Hanga, que anotó en una entrada imposible y robó el balón en la defensa subsiguiente y Blazic que puso el lazo al triunfo con otro triple estratosférico. El Palacio enmudeció y la euforia se desató en el bando azulgrana. El Baskonia ya está aquí y esta es su tarjeta.

Gran dirección. El Baskonia llevó la iniciativa del encuentro desde el salto inicial. Sorprendió al Real Madrid con un inicio pletórico que fue capaz de mantener hasta el descanso apoyado en un gran acierto ofensivo. En la segunda parte el equipo sacó a relucir el carácter para aguantar las embestidas blancas y, sabiendo sufrir, mantenerse agarrado al duelo hasta alcanzar el mágico desenlace final de la mano de Hanga y Blazic.

El alemán volvió a conseguir que no se echara de menos la ausencia de Bargnani. Un partido soberbio con 18 puntos, 11 rebotes y una notable actividad defensiva. Espectacular.