Madrid - El Laboral Kutxa volvió a evidenciar ayer que es un equipo al que solo le motivan los grandes retos y que tiene muy claro su listado de prioridades. La visita al Real Madrid suponía más un contratiempo que otra cosa. Una obligación del loco calendario en el que se ha sumido la Liga ACB en las últimas semanas, acumulando partidos justo en el momento en el que se determina el campeón de la Euroliga. Cosas difíciles de entender y que obligan a una acumulación extraordinaria de esfuerzos al equipo de la competición española que alcanza la Final Four. Con su trabajo ya bien hecho de antemano, el Baskonia estuvo muy lejos de parecerse a sí mismo en el Barclaycard Center. Sin nada en juego y con mucho todavía por delante, fue incapaz de ponerse al nivel de intensidad que le convierte en un equipo temible, como tantas veces se ha demostrado ya. El partido de ayer servía de poco o nada. Y el equipo de Velimir Perasovic, por mucho que al técnico croata no le gustase, evidenció que en su listado de prioridades no estaba pisar el acelerador al límite. Y, aún así, en el último cuarto fue capaz de meterse en partido para inquietar por momentos la victoria madridista.

Esta priorización de los esfuerzos se ha convertido en moneda corriente a lo largo de los últimos meses para un Laboral Kutxa que, con todos sus problemas, se ha centrado en objetivos concretos. Durante semanas, fue el Top 16 el que se llevó sus fuerzas. Con lesiones, escaso tiempo de preparación y lógico cansancio físico y mental tras los durísimos encuentros continentales, en la Liga ACB se bajaba el pistón. Suficiente para superar a muchos rivales, pero también clave en la crisis doméstica de cuatro jornadas consecutivas sin ganar.

Eso sí, en cuanto vio su condición de cuarto clasificado amenazada, el Baskonia pisó el acelerador para asegurarse ser cabeza de serie. Ahí cumplió con sus deberes para no tener complicaciones después de una Final Four que siempre deja secuelas físicas y mentales. En la misma cita de Berlín se evidenció lo que puede cambiar este equipo de un día a otro, ya que en nada se parecieron los azulgranas en la versión que se vio contra Fenerbahce y la que posteriormente jugó contra Lokomotiv. Ayer se vio ese mismo equipo incapaz de alcanzar sus límites, aunque al final igualó el marcador apretando las tuercas.

Una simple cuestión de motivación. Cuando no hay nada en juego, este equipo no se exprime al máximo. Puede servir ante rivales de entidad menor, pero no ante los más grandes, donde no vale solo con fiarlo todo al acierto ofensivo. Eso sí, ningún reproche se le puede hacer a este colectivo en ese sentido. Ya ha demostrado que siempre que hay algo en juego da la cara. Y lo volverá a hacer en los play off.

A pesar de que tuvo una noche aciaga en el lanzamiento exterior (1/9), Darius Adams batió ayer el récord de triples en una temporada en la historia del Baskonia. El base de Illinois superó los 92 triples que consiguió Espil en la 1997-98 y ya suma 93.