vitoria - El Baskonia no solo va a verse las caras el próximo 13 de mayo en Berlín ante un rival armado hasta los dientes como el Fenerbahce, sino que, como ya ha sido una tradición en otras ocasiones que ha alcanzado la Final Four, también sufrirá una manifiesta desventaja en las gradas. El color amarillo que abandera al cuadro turco será el predominante en el Mercedes-Benz Arena, con capacidad para 13.000 espectadores y que estará poblado en su mayoría por aficionados del rival azulgrana. No hay duda de que el de Obradovic será, de los cuatro clasificados, el equipo que contará con el apoyo más incondicional y bullicioso.

A falta todavía de tres semanas para que se dé el pistoletazo de salida a la gran fiesta del baloncesto europeo, los datos que maneja la Euroliga son concluyentes. De los semifinalistas confirmados hasta la jornada de ayer, el 28% de la compra de entradas corresponde a aficionados turcos, por tan solo un 14% de españoles -además del Baskonia, se incluía al Barcelona y al ya eliminado Real Madrid- y un 2% de rusos. Otros países sin equipos pero con un porcentaje elevado de compra de localidades son Alemania con un 18% y Grecia con un 10%.

Claro que este último dato puede ser un engañoso si se tiene en cuenta que el número de turcos censados en el país teutón asciende a 2,6 millones y supera al total de extranjeros procedentes de la Unión Europea. Por tanto, no es descabellado que las entradas adjudicadas, en principio, a seguidores germanos hayan sido adquiridas, en realidad, por fanáticos del Fenerbahce. El fervor por el baloncesto en Turquía empezó a quedar patente en el Mundial de selecciones de 2010 y la posibilidad de que un club de ese país pueda izar el primer galardón continental de la historia amenaza con movilizar a un ingente número de seguidores amarillos, que ya evidenciaron en la reciente eliminatoria de cuartos de final ante el Real Madrid cómo se las gastan.

En las anteriores Finales a Cuatro disputadas por el Baskonia, siempre hubo un factor que jugó en contra de los intereses azulgranas en el cuatrienio comprendido entre 2005 y 2008. Y ese estuvo centrado precisamente en la inferioridad numérica en la grada. Pues bien, en esta ocasión no será diferente. En 2005, tras dejar en la cuneta al anfitrión CSKA en Moscú, debió jugar la gran final en un pabellón poblado absolutamente por aficionados del Maccabi, siempre los más asiduos a la hora de comprar entradas por internet nada más salir a la venta. Un año más tarde, el TAU también disputó la semifinal de Praga ante el mismo rival hebreo en medio de un ambiente infernal para sus intereses. En 2007, no varió demasiado la suerte al enfrentarse los vitorianos en Atenas al Panathinaikos en un infernal OAKA, donde el combinado de Boza Maljkovic también sintió el miedo escénico de un público mayoritariamente griego. Solo en 2008 el factor ambiental resultó irrelevante en la derrota ante el CSKA en Madrid, donde incluso los alaveses contaron con más calor que el propio cuadro del Ejército Rojo.

La previsión es que la mitad de las 13.000 butacas del Mercedes-Benz Arena, una vanguardista instalación que ya acogió la Final Four en 2009, estén ocupadas por aficionados del Fenerbahce. Otro hándicap en contra de un Baskonia que, en cualquier caso, sí se verá arropado por un buen número de fieles y cuyo reciente pasaporte para la reunión más elitista del Viejo Continente ha despertado una gran fiebre entre una masa social que parecía desencantada en los últimos tiempos ante los pobres resultados deportivos de la escuadra azulgrana.

Hasta ayer, alrededor de 400 baskonistas habían efectuado la reserva para desplazarse a Berlín, aunque es previsible que ese número vaya en aumento durante los próximos días. Al margen de eso y como uno de los cuatro clasificados para la Final Four, al club vitoriano también le corresponden entre 700 y 800 localidades que luego serán distribuidas como estime conveniente. Muchas de ellas irán destinadas básicamente a compromisos y patrocinadores, sin obviar tampoco las que recibirán jugadores y staff técnico.