atenas - El gran OAKA ateniense ha sido testigo de excepción de algunas de las gestas más importantes de la historia del Baskonia y, desde anoche, hay que añadir un nuevo capítulo a la gesta. Si hace una década se consiguió allí el billete para la Final Four de Praga y unos cuantos años antes Stombergas firmó un récord aún vigente acribillando al AEK -en el encuentro que se debió repetir por el error del colegiado Radic al conceder como válida una canasta fuera de tiempo- con nueve triples sin fallo, lo sucedido este 19 de abril de 2016 agranda la leyenda. De manera global el contundente 3-0 endosado al Panathinaikos para poner los dos pies de nuevo en la cita más importante del baloncesto continental. Y, especialmente, los últimos diez minutos de la contienda.
Porque el Laboral Kutxa puso la broche de oro a esta enorme gesta con una guinda espectacular. El cuarto final del choque de ayer quedará para la historia como la escenificación perfecta de un fusilamiento desde la distancia. En este caso los que disparaban eran los jugadores azulgranas y la víctima un conjunto griego incapaz de oponer la más mínima resistencia ante el bombardeo que le caía encima. La munición empleada fue una interminable sucesión de triples que acabó con el débil hilo de vida que le restaba al Panathinaikos.
Todo eso, cuando el cuadro vitoriano venía de atravesar por su momento más delicado de los cuarenta minutos. De esta manera, inició el último cuarto con un único punto de ventaja (55-56) y el plantel ateniense tratando de forzar la maquinaria en busca del sueño del cuarto partido. Una ilusión que fue cortada de raíz por la ingobernable -para lo malo y para lo bueno- pareja de bases baskonistas. Los mismos Mike James y Darius Adams que tantas críticas han provocado por su particular manera de entender el baloncesto, se convirtieron en inmisericordes ejecutores del cuadro del trébol. Ambos se encargaron de encender una mecha a la que se sumó después todo el equipo con una actuación memorable.
Nada menos que siete triples -tres de Adams, dos de James y uno de Bourousis y Corbacho respectivamente- anotó el Laboral Kutxa en ese periodo final para completar un parcial de 21-28 que sirvió de epílogo perfecto para la contienda. Pero probablemente el dato más significativo es que esos 21 puntos que llegaron desde más allá de la línea de 6.75 metros se produjeron con una excepcional estadística del setenta por ciento de acierto. Es decir, el equipo vitoriano únicamente falló tres de los diez triples que intentó. Un acierto estratosférico ante el que nada pudo hacer el Panathinaikos.
Nada más ser eliminado por el Baskonia, el Panathinaikos tomó la drástica decisión de prescindir del técnico serbio, incapaz de revertir el dominio de los vitorianos a lo largo de la serie. Al presidente Dimitris Giannakopoulos no le tembló el pulso una vez más.