Vitoria - La definitiva baja de Hanga, unida a las anteriores de Shengelia y Causeur, incrementaba ayer la dificultad de un duelo ante el Panathinaikos que suponía asegurar gran parte del billete a la Final Four. No estaba el húngaro sobre la cancha, pero sí ese espíritu y fe que se mantienen inquebrantables ante todos los obstáculos que van surgiendo en el camino. Con menos elementos, de nuevo ayer Baskonia fue superior al Panathinaikos en el cómputo global de un duelo que tuvo que haber ganado al final de los cuarenta minutos, pero que se estiró hasta la prórroga. Una mala gestión de las últimas posesiones, un arbitraje que se olvidó por completo de su labor de penalizar las infracciones y la genialidad de Dimitris Diamantidis condujeron el partido al tiempo extra. Y cuando el riesgo de hundimiento tras el mazazo psicológico recibido se atisbaba como una amenaza prácticamente mortal, los pupilos de Perasovic se levantaron de nuevo de la lona para dejar en el Buesa el segundo triunfo y dejar al baskonismo a un solo paso de Berlín.

Con las ausencias de tres piezas fundamentales, el croata redujo al mínimo el número de piezas utilizadas y apostó durante todo el partido por descansos cortos de sus jugadores importantes. Cuatro de ellos (Adams, Bertans, Tillie y Bourousis) acumularon más de 35 minutos, James se acercó mucho a esa cifra (33:39), mientras que Blazic se fue por encima de los 26. Las alternativas de Planinic y Corbacho fueron puntuales, mientras que algo más relevante fue la presencia de un Ilimane Diop que fue el encargado de conectar al equipo al partido en el arranque del segundo cuarto y que tuvo la responsabilidad de oxigenar a Bourousis.

Más allá de los que faltaban físicamente, el Baskonia supo sobrevivir también a la mala noche de su referente, desde el primer segundo peleado con el mundo. Golpeado constantemente y sin recibir ni una sola falta a favor hasta la prórroga, el griego estuvo lejos de su mejor versión ofensiva y en ocasiones se empecinó en exceso. Cuestión irrelevante en cuanto se alcanzó la prórroga, donde el jefe de este equipo volvió a mandar con cinco puntos decisivos en ese agónico final. La pizarra de Perasovic hubo de funcionar como nunca en busca de alternativas. La apuesta por los dos bases se mantuvo durante muchísimos minutos, mientras que a Bertans le tocó alternar las posiciones de alero y ala-pívot con las dificultades que ello conlleva. Más aún cuando en el exterior le tocó lidiar con el mejor Diamantidis de la temporada, el genio que ató al Panathinaikos al partido a pesar de la manifiesta superioridad de un Laboral Kutxa que no fue capaz de sentenciar el partido cuando manejaba rentas bastante cómodas.

3D condujo el duelo al tiempo extra. Y cuando parecía que el Baskonia se podía venir definitivamente abajo, resurgió de sus cenizas como el ave Fénix que es. La gestión de los cinco minutos añadidos volvió a ser extraordinaria, con calma y buscando casi siempre las mejores opciones. Pero, sobre todo, con un trabajo defensivo en el que el todos se multiplicaron para que no se echase de menos a un Hanga que es el gran especialista del equipo en ese sentido y auténtico pegamento atrás. Faltaba el húngaro. Y Causeur. Y Shengelia. Pero su espíritu estaba sobre la cancha.

Esfuerzo acumulado. Cuatro jugadores (Adams, Bertans, Tillie y Bourousis) se fueron a más de 35 minutos; uno más, James, jugó 33; mientras que Blazic superó los 26 sobre la cancha.

Gran trabajo atrás. La ausencia de Hanga suponía una gran merma en el trabajo defensivo, donde el húngaro es un gran especialista, pero sus compañeros respondieron y solo Diamantidis puso al Baskonia en jaque.