Vitoria - Al margen de estar en juego la segunda plaza del grupo y, por ende, la ventaja de campo para el cruce de cuartos de final de la Euroliga, la velada de esta noche amanece con múltiples alicientes en un Buesa Arena que registrará una entrada espectacular para amedrentar al vigente monarca continental. La expectación es máxima de cara a un duelo con el Real Madrid que el Baskonia encara con aires de revancha. Y es que todavía escuece de lo lindo aquella derrota en la última semifinal copera celebrada en febrero en A Coruña.
Los vitorianos se las prometían felices hasta que apareció un demonio llamado Llull, que se interpuso en el camino hacia el séptimo entorchado de la historia con ocho puntos consecutivos en el último minuto y medio de la confrontación. Nadie ha olvidado esa afrenta y en un marco incomparable ha llegado la hora de ajustar cuentas con un rival al que, por otro lado, le va la vida en el envite y llega con la soga al cuello.
Suceda lo que suceda esta noche, el Madrid llegará vivo a la última jornada, en la que recibirá al Khimki de Dusko Ivanovic en el Barclaycard Center en una jornada taquicárdica. Sin embargo, su situación no es tan dramática como hace una semana después de la derrota cosechada ayer por el Olympiacos en Rusia. Aunque sucumban esta noche en Vitoria, los merengues accederán a cuartos de final imponiéndose a los talentosos rusos encabezados por Shved.
Con la baja confirmada de Fabien Causeur, que no se ha entrenado durante toda la semana al persistir la sobrecarga en su espalda que ya le impidió alinearse contra el Barcelona, pero el apoyo de más de 13.000 enfervorizadas gargantas desde las gradas, el Baskonia deberá rubricar otro ejercicio de supervivencia ante un oponente tremendamente poderoso que, no obstante, está firmando un trayecto decepcionante por este Top 16. Con la espina dorsal intacta del plantel que conquistó de forma brillante el pasado curso todos los títulos en juego, el Real Madrid comparece en Vitoria repleto de urgencias. Es una pequeña sombra del inabordable grupo que no hace mucho maravilló con un baloncesto alegre, dinámico y centelleante.
A Pablo Laso, que ha recuperado para la causa a Rudy Fernández y mantiene las dudas de Hernangómez y Thompkins, no le han funcionado los nuevos fichajes para el proyecto (Thompkins, Taylor, Ndour?) y deben seguir tirando del carro los de siempre. El cansancio de sus internacionales se encontraba detrás de su titubeante inicio de temporada, pero en los últimos meses tampoco han sabido los merengues enderezar el rumbo. Hasta el punto de estar en una situación límite en la Euroliga, donde viene de ser avasallado por el Olympiacos.
Solo Ayón aporta algo de consistencia y estabilidad a un endeble juego interior y su defensa suele ser un coladero, algo que deberá aprovechar un Baskonia cuya inferioridad numérica se perfila como el principal obstáculo para poner la guinda a un Top 16 memorable. Huérfano de su capitán, los problemas se multiplicarán para un Perasovic obligado a conceder la alternativa a secundarios como Corbacho, Planinic o Ilimane si quiere que los titulares lleguen frescos al epílogo.