Vitoria - Desde que aterrizaron en Vitoria la pasada temporada, Darius Adams y Mike James han estado casi permanentemente en el ojo del huracán. El debate sobre su rendimiento y las peculiaridades de la manera con la que entienden el baloncesto ha sido constante, provocando que ambos hayan pasado en más de una ocasión del cielo al infierno y viceversa a la velocidad del rayo. Si algo ha quedado claro en todo este tiempo es que la mejor fórmula para extraer el mayor rendimiento posible de unos bases dotados de no pocas virtudes es aceptarlos como son e intentar que el equipo se adapte a sus particularidades. Encorsetarlos en un esquema para el que no están capacitados supone perderlos por completo.

Entender esta situación y trasladarla a la pista es una de los mayores logros de Velimir Perasovic desde que arrancó el curso. El técnico croata ha sido capaz de conseguir que los aficionados baskonistas disfruten con frecuencia de la mejor versión de los estadounidenses y reducir al máximo sus habituales cortocircuitos del pasado. Hasta el momento, el que mayor progresión parecía haber realizado en este aspecto era Darius Adams, que se había consolidado como director de juego titular gozando de galones de mando y decisión en los momentos calientes de los partidos.

Sin embargo, en los últimos encuentros ha tenido lugar un evidente intercambio de papeles con su compañero Mike James que, gracias a su buen hacer, le ha relevado como principal referencia en el puesto de base. En realidad, ha sido un movimiento con un punto de partida negativo. Y es que resulta innegable que Adams ha experimentado en las últimas semanas un preocupante bajón en su rendimiento que le ha llevado a protagonizar actuaciones en las que ha llegado a desquiciar al entrenador y a sus propios compañeros. El base de Decatur ha perdido lucidez en la dirección y, para colmo, tampoco cuenta con el bálsamo del acierto en el tiro que le ha permitido rehacerse en ocasiones similares. Como consecuencia, se empecina en encadenar decisiones erróneas y peligrosas para el grupo sin solución de continuidad.

Unos errores que han provocado que Velimir Perasovic le haya retirado la confianza en los momentos decisivos de los partidos más recientes. Así sucedió por ejemplo ante el Barcelona en la Euroliga y contra el Gran Canaria en la ACB. Mike James, que durante buena parte del curso no ha sabido gestionar demasiado bien su suplencia, no ha desaprovechado en esta ocasión la oportunidad. Así, ha aparcado los errores infantiles y el exceso de individualismo del que en algunas fases ha hecho gala para ejercer de director de orquesta capaz también de desatascar al equipo con sus canastas imposibles. En el decisivo partido del viernes, el Baskonia necesitará de la mejor versión de ambos para tumbar al vigente campeón de la Euroliga.