sevilla - Si por algo se ha distinguido el Baskonia en esta temporada tan repleta de noticias positivas ha sido, en parte, por la reconquista de ese espíritu de lucha que en su día le permitió tutear a los grandes transatlánticos del Viejo Continente. Perasovic le ha inoculado unos valores que parecían extraviados en los últimos tiempos, de ahí el orgullo que vuelve a producir el hecho de ver la silueta azulgrana en lo más alto de la ACB y la Euroliga. Sin embargo, el vitoriano fue ayer un conjunto desconocido y vacío de fuerzas en San Pablo, donde encajó la cifra más elevada de puntos desde que se desataron las hostilidades.

La matinal evocó a la tarde aciaga vivida ante el Tenerife en el Buesa Arena que hasta la fecha ha supuesto el único borrón a nivel doméstico como anfitrión. Si aquel 6 de diciembre de 2015 los alaveses se vieron desbordados por Sekulic y compañía encajando 98 puntos, lo sucedido hace unas horas en tierras andaluzas tuvo muchas similitudes frente a otro modesto de la competición. De la mano de los nuevos fichajes, el Sevilla ha recobrado buena parte de la credibilidad y escapado de la quema del descenso. Una cosa es asumir ese hecho y otra distinta las facilidades que se encontró para sumar una victoria de prestigio ante un rival que acaricia el Top 8 de la Euroliga.

A la alegría, chispa y confianza por las nubes exhibidas por los locales contribuyó de forma decisiva el abandono de un Laboral Kutxa que no consiguió en ninguno de los cuatro cuartos imponer la férrea ley de su contundencia atrás. Recibió canastas de todos los colores, su balance defensivo dejó bastante que desear con una lentitud exasperante y también flaqueó a la hora de cerrar el rebote. Arreció la tormenta en primera instancia por culpa de Balvin, autor de ocho puntos de una tacada en un presagio de lo que acontecería más tarde. El checo se comió en los albores a Ilimane, que cedió el testigo con poco éxito a Bourousis. El griego, que ya sufrió enormes apuros el jueves ante Davis (Khimki), tampoco representó un antídoto ante el heredero de Porzingis.

Si por dentro fue un coladero permanente, el Baskonia también malvivió ante el principal arma de destrucción masiva con que cuenta Casimiro en el perímetro. Los exteriores de Perasovic -tradicionalmente unos seguros de vida a la hora de apretar las líneas de pase y ejercer como secantes de las estrellas rivales- asistieron impotentes al recital de Bamforth. Ni Causeur ni Blazic acertaron a reducir su manantial ofensivo. El veterano Nachbar, indescifrable para Bertans, y Hakanson, superaron igualmente la decena de puntos en una matinal para olvidar y de la que conviene extraer conclusiones.

Los vitorianos se encaramaron la pasada jornada al tercer lugar tras la paliza al Bilbao Basket, pero su derrota de ayer y el triunfo del Real Madrid han propiciado que vuelva a bajar un escalón y sean cuartos en la actualidad en el torneo doméstico.