Vitoria - El Baskonia viene de disputar numerosos encuentros con la vitola de final en esta temporada redentora a todos los niveles, pero ninguno habrá entrañado idéntica trascendencia del que jugará esta noche en un Buesa Arena más obligado que nunca a convertirse en una caldera. El recinto de Zurbano acoge esta noche la madre de todas las batallas y una finalísima que, caso de resolverse positivamente, podría reportar de forma virtual a los alaveses el pasaporte hacia los cuartos de final de la Euroliga.
En caso de superar el escollo del Khimki, un visitante de lo más vulnerable desde el arranque de la competición, los discípulos adiestrados por Perasovic tendrán prácticamente los dos pies en el cruce previo a la Final a Cuatro. Con siete victorias en el zurrón y cuatro jornadas por delante, el panorama se despejaría definitivamente para un equipo que está firmando una trayectoria espectacular en el Top 16.
Nadie lo hubiese vaticinado cuando el Baskonia quedó encuadrado en uno de los grupos más duros que se recuerdan ante escuadras que prácticamente le triplican en presupuesto. El Khimki -al igual que el Barcelona, el Real Madrid o el Olympiacos- es uno de los que teóricamente debía haber estado a estas alturas por encima de los vitorianos, pero en el deporte profesional los grandes nombres nunca contribuyen a edificar un bloque sólido y consistente.
Con menos materia prima que sus rivales, el Laboral Kutxa se encuentra actualmente en una situación idílica. Tan solo le resta ya poner la guinda de una clasificación histórica que tres años después le permitiría incrustar nuevamente su figura entre los ocho mejores del Viejo Continente. Apreciada su fortaleza y las dudas de sus rivales, mucho deberían torcerse las cosas para que el conjunto azulgrana se quede finalmente con la miel en los labios.
Tal es la solidez de su juego, el sacrificio de sus obreros de lujo o la tiranía que ejerce Bourousis en cada partido que convendría dejar zanjado cuanto antes el asunto. Conviene no tentar a la suerte porque el calendario a la vuelta de la esquina -visita al CSKA y llegada a Vitoria del Barcelona y Real Madrid- depara trampas envenenadas. El adinerado Khimki es un conjunto temible como local pero vulnerable cada vez que debe hacer las maletas. Así lo denota su irregular trayectoria continental. Su actual tercer puesto puede llegar a ser engañoso, ya que sus cinco victorias se han producido en el Krylatskoye Sports Palace. Lo peor para la tropa de Kurtinaitis es que todavía debe afrontar cuatro desplazamientos a Vitoria, Kaunas, Bamberg y Madrid.
Tibieza visitante Con una de las defensas más endebles del Top 16, los rusos constituyen la viva imagen de la irregularidad. De un lado, se han convertido en una máquina de anotar gracias a la clase inagotable de Shved, la vertiginosidad del escurridizo Rice al frente del timón, el músculo del versátil Honeycutt o las continuaciones de Augustine, un elemento indescifrable para la defensa azulgrana en el choque de ida. Todo lo que ganan en ataque, sin embargo, se marcha por el sumidero cuando les toca bajar el culo en defensa. En el apartado defensivo deja bastante que desear y concede toda clase de licencias, algo que el Baskonia debería aprovechar.
En caso contrario, no se explica que hayan encajado lejos de Moscú la friolera de 108 puntos ante CSKA, 87 frente al Barcelona y 89 ante el Olympiacos. Perasovic atesora la munición suficiente como para reproducir las pesadillas de un plantel confeccionado a golpe de talonario del que ya ha sido tachado ante la sorpresa generalizada Marko Todorovic. El ala-pívot montenegrino, una de las sensaciones de la pasada ACB en Bilbao que deseaba hacerse de oro en uno de los nuevos ricos del Este tras dejar plantado en el último instante al Unicaja, ha desaparecido de las convocatorias para la VTB League y la Euroliga. Lesionado de larga duración Shengelia y con la vitola de jugador de formación, al Baskonia le vendría ahora de perlas.