santiago - Todas las miradas están puestas siempre en Bourousis, pero el Baskonia también sabe vivir sin el genio, el liderazgo y la visión panorámica del gigante griego. Al menos ante rivales de escasa enjundia como el Obradoiro, no hace falta que el pívot ofrezca su mejor versión para que los triunfos lleguen prácticamente por pura inercia. Sus números se quedaron ayer muy por debajo de lo que suele ser habitual (6 puntos y 3 rebotes), pero ello no fue óbice para que el Laboral Kutxa silenciara el Fontes do Sar con la enésima actuación coral.
En una temporada de ensueño que ha devuelto al inquilino del Buesa Arena al primer plano a nivel nacional y europeo, el indiscutible mérito de Perasovic está siendo básicamente el hecho de involucrar a todos en una dinámica francamente positiva y extraer hasta la última gota de jugo a baloncestistas de los que no se esperaban grandes cosas y que no aparentaban ser tan importantes como ahora al comienzo de la temporada. Algunos pasaron desapercibidos con otros entrenadores y otros que cumplen su primera campaña de militancia azulgrana tampoco venían avalados por un gran cartel, de ahí que las expectativas no fueran muy altas.
todos suman Pues bien, el técnico croata ha conformado un plantel granítico y robusto que se nutre de la aportación de todos. Solo Corbacho y Planinic, dado de baja en la ACB, no se han subido a un tren en marcha que cabalga a toda velocidad y no espera a rezagados. Posiblemente haya un buen puñado de conjuntos en la ACB y la Euroliga con más talento, pero nadie supera al Baskonia en cuando a grado de conjunción, capacidad de trabajo, disciplina táctica, rigor, ambición y compromiso. Algo que recuerda a la mejor época de Dusko Ivanovic cuando aquel temible TAU devoraba a todos sus oponentes gracias una intensidad abrasiva.
Otra prueba de ello llegó ayer ante el Rio Natura en un aperitivo copero que se decantó con claridad a favor de los vitorianos gracias a la pegada y chispa de jugadores que, en ocasiones, están fuera de los focos. Hanga, arrebatador en los primeros compases y con una determinación bárbara a la hora de encarar el aro, confirmó que en su ADN figura algo más que un físico privilegiado para la práctica de este juego. El volador húngaro dejó pinceladas de gran calidad en las penetraciones erigiéndose en el máximo anotador de la contienda.
También sobresalió la acertada dirección de James, muy superior a un Adams errático y más fallón que nunca. El de Portland le tomó el relevo con acierto al imprimir ritmo y viveza al baloncesto insulso de la primera mitad. Con él al frente de las operaciones, el Baskonia se despegó en un tercer cuarto repleto de acierto. Dos hombres que también contribuyeron a destapar la fragilidad del Obradoiro fueron Tillie y Bertans, los encargados de abrir el campo y favorecer los huecos a Bourousis. Tanto el francés como el letón, cuya muñeca no se ha visto resentida por el prolongado periodo de convalecencia tras la segunda rotura del cruzado, masacraron a triples la débil defensa de Moncho Fernández.
El balear ha dejado un recuerdo imborrable en Santiago de Compostela, donde ha militado los últimos cinco años de su carrera. Prueba de ello fue el caluroso recibimiento que le brindó ayer la afición del Obradoiro en los prolegómenos del duelo.