vitoria - Los aficionados del Baskonia que acudieron ayer al Buesa Arena disfrutaron durante muchos minutos de un baloncesto de fantasía repleto de jugadas espectaculares que recordó a gloriosas épocas pasadas. Sin embargo, pese a tener un enorme valor, probablemente no estuvo ahí la clave de su aplastante dominio sobre el Brose Basket. Más bien, en la zona opuesta. Porque el conjunto azulgrana imprimió a la contienda un apabullante ritmo defensivo que dejó a su oponente sin resuello hasta convertirse en un pelele en sus manos. Especialmente significativa fue esta situación en los dos primeros cuartos, en los que el Laboral Kutxa abrió la importante brecha en el marcador que posteriormente ampliaría.
Cada vez que la escuadra alemana trataba de convertir una canasta, se encontraba con una auténtica maraña de manos dispuestas a asfixiarle que, en muchos casos, incluso le impedían siquiera intentar el lanzamiento. Así lo refleja claramente la estadística. Nada menos que siete recuperaciones y cuatro tapones adornaban la planilla alavesa tras la disputa de los dos primeros cuartos. Unos números que en no pocos partidos no se alcanzan ni a la conclusión de los cuarenta minutos y que demuestran la estratosférica intensidad empleada por la tropa de Velimir Perasovic en torno a su canasta.
Unas acciones defensivas que, además, en la mayoría de las ocasiones se traducían en puntos fáciles como consecuencia de los rápidos y mortales contraataques que generaban a favor del plantel baskonista. Mención especial merece el trabajo desarrollado por Hanga, omnipresente en todos los rincones de la pista y auténtico comandante del trabajo de zapa al que todos los demás seguían con una fe ciega.
Con ese contínuo castigo sobre su cada vez más maltrecha moral, el Brose se fue difuminando paulatinamente hasta prácticamente desaparecer bajo el aplastante dominio local. Y ni tan siquiera en un escenario tan propicio como ese para concederse una mínima tregua y disfrutar de una bien ganada relajación se concedieron esa licencia los jugadores azulgranas.
De esta manera, pese a tener la contienda absolutamente resuelta a su favor desde mucho antes de su conclusión, el Laboral Kutxa prácticamente no rebajó ni un ápice su presión defensivo y continuó trabajando bajo las mismas premisas hasta el pitido final. Un gesto de agradecer y que, con toda seguridad, le será de gran utilidad en futuros compromisos en los que la balanza del resultado no se resolverá con tanta anticipación. Hasta entonces, toca disfrutar de lo conseguido.