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Controvertida gestión final. No hiló muy fino el preparador croata en Miribilla a la hora de mover las fichas del tablero. Al margen de acortar la rotación y mantener en el anonimato a dos jugadores como Corbacho e Ilimane Diop, su apuesta por el controvertido Planinic al inicio de la prórroga o el atracón de minutos sufrido por un maltrecho Causeur no resultaron demasiado entendibles.
Epílogo frustrante. El Baskonia nunca debió permitir la prórroga, pero un rebote que se le escapó de las manos a Tillie y el fallo final de Hanga impidieron que su deseo se hiciese realidad.
Demasiada discontinuidad. Frente a un Bilbao Basket diezmado bajo los aros que cedió innumerables rebotes y vivió del oficio de Mumbrú, no pudo despegarse un cuadro vitoriano que disfrutó en varios tramos de plácidas ventajas en el marcador.
Ausencia de faros. Tras la eliminación de Bourousis, el tiempo suplementario se convirtió en un suplicio para un equipo derretido por el esfuerzo y sabedor de que su oportunidad ya había pasado. Bogris fue el héroe local en ese intervalo.
bilbao - La semana negra del Laboral Kutxa quedó rubricada ayer en el Bilbao Arena de Miribilla, testigo de un regalo prenavideño al vecino tras una matinal que se encaminaba hacia la redención azulgrana por su dominio en el marcador y, sin embargo, terminó indigestándose con otro irritante epílogo. Nada produce más rabia y desasosiego en el baskonismo que indultar al rival más acérrimo, pecar de perdonavidas y carecer de instinto asesino en una casa donde siempre resulta gratificante salir con el pecho henchido. Lo tuvo en su mano la tropa alavesa para esquivar su tercera derrota consecutiva, pero otra caótica gestión de los minutos finales, su progresivo desvanecimiento físico, el absentismo de sus grandes referentes espirituales (Causeur y Bourousis) y el corazón del Bilbao Basket le condujeron hacia otro coscorrón de difícil explicación.
Describir cómo los alaveses hincaron la rodilla ante un oponente tan inferior que siempre fue a remolque roza lo kafkiano y también dejó malparado a Perasovic, cuya gestión de los recursos en el tiempo suplementario a la hora de suplir el socavón originado por la eliminación del poste griego resultó altamente cuestionable. Su confianza ciega en una pieza cada vez sospechosa como Planinic, el atracón de minutos sufrido por un Causeur maltrecho físicamente -sobre el que percutió una y otra vez el incisivo Bertans en la recta final- y el empeño sistemático en acortar la rotación (Corbacho e Ilimane apenas cuentan) hicieron que el Laboral Kutxa llegara al momento de la verdad con la aguja de la gasolina en la reserva.
El tesón de los vizcaínos, agarrados a la eterna juventud de Mumbrú ante la dolorida muñeca de Raúl López y la ausencia de Hervelle, derivó en otro decepcionante resultado que, sin ser dramático a efectos clasificatorios, alumbra definitivamente el momento de mayores dudas en las filas vitorianas desde el arranque del curso. Nunca debió languidecer ni llegar a la prórroga un Baskonia que, salvo las dudas iniciales, tejió su hegemonía con cierta solvencia. Después de que Hanga malograra un tiro ganador sobre la bocina y ambos equipos se perdonaran mutuamente la vida por culpa de sus concesiones desde la personal, esta vez se le atragantó una prórroga teñida de color negro. Huérfano de Bourousis y con una versión disminuida de Causeur, nadie pudo sofocar la rebelión del Bilbao Basket, agarrado con fuerza al partido pese a su sangrante déficit en cuanto a kilos y capacidad atlética.
Ni siquiera pudo encontrar el cuadro alavés culpables en el trío arbitral, que se comió una antideportiva de Mumbrú a Planinic y un punto de los visitantes tras un tiro libre de Bourousis. En realidad, debieron ser dos después de que Suárez alojara el balón en la red en su intento de sacar el balón. Fue el Baskonia quien se ahogó en la orilla por sus propios errores. El más clamoroso tuvo como protagonista a Tillie, cuyas manos blandas le impidieron atrapar el rebote el rebote de la victoria instantes después de que Mumbrú sufriera un ataque de pánico desde la línea del 4,60. Bogris aprovechó el regalo para colocar el 69-69, una acción a la postre determinante en el devenir del encuentro.
La insultante superioridad física azulgrana, encarnada en un voraz e incandescente Hanga, terminó tristemente en la papelera. De nada sirvieron los continuos rebotes ofensivos en el aro de un Bilbao Basket huérfano de músculo para contener a las torres visitantes. Con Shawn James ya en El Pireo, un Begic con escasas horas de vuelo que es la ternura personificada y el veterano Hervelle fuera de circulación, lo chocante es que uno de los héroes locales fuera Bogris. El heleno, perfectamente alimentado por sus compañeros, se convirtió en un elemento indescifrable en la prórroga. Por contra, la lectura de juego azulgrana dejó un día más mucho que desear con dos bases incapaces de transmitir serenidad al frente del timón y un abuso desmedido del triple.
Los vizcaínos fueron revividos por un Baskonia que amagó en varias ocasiones con el despegue pero siempre adoleció de continuidad y entereza para dar el golpe de gracia. El tramo más propicio para hacer sangre se produjo en el tercer cuarto, donde ocho puntos consecutivos de Adams parecieron dibujar un panorama alentador (39-49). Exhausta por el esfuerzo y sin oxígeno en el cerebro, la formación azulgrana abandonó Miribilla con muy mal cuerpo. Un nuevo tiro en el pie que abre la época de mayor incertidumbre desde el inicio del ejercicio. Tres derrotas consecutivas que, sin ser motivo para encender las alarmas, obligan a regresar cuanto antes a la buena senda.
Pese a su error en el tiro final, nada empaña su excelente actuación. Una exhibición física y atlética sin parangón que, a la postre, careció de premio. Autor de dobles figuras.