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Riqueza táctica. Su amalgama de defensas zonales, especialmente la 1-3-1, permitió al Baskonia despegarse en el segundo cuarto en el marcador y nubló las ideas de un CAI carcomido por los miedos. El técnico croata, que ha impuesto un sello de máxima seriedad al equipo, no se casa con nadie y lo demuestra al penalizar con banquillo a los jugadores que no ejecutan sus órdenes.

Dos estados de ánimo. El Baskonia es un grupo rebosante de confianza desde el inicio del curso, mientras que la dinámica derrotista de un histórico como el CAI parece no haber tocado fondo ante la ansiedad de su plantilla. Ambos factores quedaron al descubierto en una matinal muy desequilibrada a partir del segundo cuarto.

Variantes defensivas y Diop. La riqueza táctica de Perasovic, que diseñó con éxito varias defensas alternativas para frenar la sangría de puntos en contra en el cuarto inicial, y la irrupción de Ilimane resultaron determinantes para que el Laboral Kutxa abriera hueco en el marcador. Los maños carecieron entonces de respuestas.

zaragoza - El estado de ánimo es un intangible determinante en el deporte profesional. Aunque suena a perogrullo, las victorias constituyen la vitamina perfecta para cualquier colectivo y las derrotas van generando un peligroso caldo de cultivo que sumen al más pintado en la más absoluta de las frustraciones. El choque de ayer en el Príncipe Felipe medía a un Baskonia repleto de confianza desde el arranque del curso pese a sus últimos tropiezos como forastero y a un CAI sumido en la ansiedad debido a su errática dinámica de resultados. Pues bien, ambos fueron fieles a sus respectivas inercias en una matinal reventada por los alaveses mediado el segundo cuarto. El cambio de técnico no obró ningún efecto terapeútico en las filas locales, cuyo paupérrimo estado anímico fue aprovechado a la perfección por el Laboral Kutxa para darse uno de los grandes festines de la temporada.

El de tierras mañas fue un alarde de superioridad y recursos tácticos de Perasovic en un escenario otrora vedado a las alegrías. Despojadas sus legañas iniciales, los vitorianos agudizaron la crisis de identidad de un clásico de la ACB al que nadie acierta a reconocer en estos últimos meses. La tropa adiestrada por Perasovic fue inmisericorde e inclemente con el moribundo maño. Una matinal de signo incierto en los quince primeros minutos desembocó en una plácida exhibición. No hubo ningún tipo de piedad con un lastimoso CAI que fue reprobado y dejado en la estacada por sus propios aficionados a medida que se consumaba el atroz ejercicio de impotencia por parte de sus pupilos.

Fue diseñar el preparador croata una amalgama de defensas alternativas (individual, zonas 1-3-1 y 2-3...) dentro de su pretensión de atajar la excesiva sangría de puntos en contra en el cuarto inicial y desmoronarse el endeble castillo de naipes zaragozano. Empeñado el cuerpo técnico en dar una vuelta de tuerca a la tibia intensidad en labores de contención, la sobresaliente irrupción de Ilimane Diop terminó por elevar la temperatura del horno en el que se asfixió un anfitrión carcomido por las dudas, la debilidad mental y un errático porcentaje exterior.

trabajo coral Olió la sangre el Baskonia y el partido se convirtió desde la recta final del segundo cuarto en un monólogo aplastante. Sostenido por sus célebres señas de identidad, la formación alavesa apretó a fondo el acelerador ante un rival empequeñecido y desgobernado en la dirección. Bellas quemó todas sus energías en intentar sacar de quicio a Adams en los albores y Henry contagió su nerviosismo a los compañeros con unas pérdidas impropias de profesionales. Tras un gélido inicio en el que la desventaja física de Hanga en su emparejamiento con Benzing y las continuaciones de Norel fueron los principales focos de preocupación, el CAI fue borrado del mapa por la versión más coral del Laboral Kutxa. Ni siquiera resultó necesaria en esta ocasión la tradicional ración de dictadura interior de Bourousis para abrir un boquete en el marcador.

Antes de que el poste griego se acercara a sus números habituales, la escabechina ya había sido ocasionada por los misiles del francotirador Adams, la efervescencia de Causeur, el colmillo afilado de un Shengelia necesitado de minutos redentores y, sobre todo, la contundencia defensiva de Ilimane. Los tapones y la chispa del enérgico senegalés fueron la puntilla a la hora de marcar territorio ante un rival entregado que interiorizó rápidamente su inferioridad y no pudo despojarse sus complejos en un segunda mitad huérfana de alicientes. Lástima que el canterano carezca de continuidad ante los escasos méritos que está contrayendo un desesperante Planinic, la única nota discordante en el maratoniano azulgrana.

En definitiva, un golpe de autoridad que el Baskonia necesitaba para dejar atrás sus dudas como visitante en los últimos tiempos y dejar prácticamente visto para sentencia el billete para la Copa del Rey. Otra etapa quemada con indudable suficiencia en vísperas de afrontar de aquí a finales de año el tramo más asequible del calendario a nivel doméstico (Tenerife, Bilbao Basket, Baloncesto Sevilla, Gipuzkoa Basket y Fuenlabrada). Se acumulan, por tanto, las buenas noticias alrededor de un bloque reconocible hasta en las jornadas más tenebrosas. De momento, este jueves amanece la primera oportunidad para sellar ante el Limoges la clasificación hacia el Top 16.

Grandes minutos para adquirir el tono físico. Contribuyó al despegue azulgrana con 11 puntos en el segundo acto. Notable variedad de recursos a la hora de hurgar en los miedos maños.