Vitoria - Las últimas hirientes derrotas del Baskonia en Santa Cruz de Tenerife y Fuenlabrada han dejado muchos damnificados en la plantilla de Ibon Navarro. Posiblemente nadie habría añorado el concurso de los lesionados si todas las piezas sanas habrían estado a la altura de las circunstancias. Casi nadie se ha salvado de la quema, si bien algún jugador como Causeur pueda alegar en su defensa el cansancio como justificante del bajón en su rendimiento. A esta disculpa, en cambio, no pueden agarrarse otros integrantes del vestuario que ya acumulan un excesivo tiempo anclados en la irregularidad y la falta de consistencia. Los dedos apuntan con claridad en este sentido hace tiempo hacia Darius Adams y Tornike Shengelia, el uno y el cuatro titulares sobre los que merodea la sombra de la sospecha.

Cabe la posibilidad de que las expectativas con ambos fuesen desmedidas y, por tanto, el juicio de valor respecto a su auténtica valía llegue a ser injusto, pero ninguno puede ni debe sentirse satisfecho con lo hecho hasta la fecha. A años luz del techo por el que suspiraba el club, su recuperación se antoja urgente para que el Laboral Kutxa vea disparada su cotización en el inminente comienzo de las series finales por el título.

El base estadounidense, sobre el que el presidente descargó una presión innecesaria nada más llegar con aquella absurda y desacertada comparación con un icono de la historia azulgrana como Elmer Bennett, transmite una creciente desconfianza al frente del timón a medida que transcurre la temporada. De los dos indomables americanos reclutados por la secretaría técnica sobre la marcha para conformar un timón atípico, se le veía como el base más cerebral y con la capacidad suficiente para aportar las siempre imprescindibles dosis de pausa y saber estar en los momentos calientes. Pues bien, esa esperanza está quedando en agua de borrajas.

Su casillero de asistencias es menor que el de Mike James, se ha convertido en un coladero defensivo tras el tibio amago de presionar la subida de balón de su par y, he aquí lo peor, peca de individualismo en ciertos tramos de los partidos con lanzamientos fuera de lugar. Mucha culpa de la pérdida de altruismo y la escasa circulación de balón en ataque detectadas en los últimos encuentros recae principalmente sobre sus hombros.

Procedente del Nancy y con una opción unilateral por parte del club para que siga el próximo curso, Adams no ha progresado hacia ese timonel con alma de líder que se busca con ahínco en el Buesa Arena. Alrededor de su juego, existen actualmente más sombras que luces. Teniendo en cuenta que era el jugador llamado a acreditar tablas y madurez cuando las cosas viniesen mal dadas, irradia una inseguridad preocupante. Hasta el punto de haber perdido ya la titularidad en algún partido reciente o ser conducido al banquillo por Ibon Navarro al más mínimo error.

Si Adams constituye un latente foco de preocupación, no lo es menos la intermitencia de Tornike Shengelia. Su caso reviste incluso más gravedad porque lleva más tiempo en Vitoria. Por si ello fuera poco, la Liga ACB no le era desconocida tras su etapa en Valencia e inició la actual temporada como un fichaje estratégico por varios motivos. A la hora de la verdad, el georgiano ha dejado fogonazos insuficientes y se muestra incapaz de conseguir la regularidad deseada. Todos los estamentos del club alavés y el baskonismo en general aguardaban mucho más de un ala-pívot con mejores números que sensaciones hasta ahora.

Bien amarrado por Querejeta desde mucho antes de la apertura del último mercado estival, Shengelia desembarcó en el Buesa Arena con la imperiosa necesidad de revalorizarse tras una oscura etapa en la NBA. Allí se pudrió los dos últimos años en el banquillo hasta acabar en la Liga de Desarrollo, por lo que afrontaba una oportunidad inmejorable en Vitoria para reivindicarse. Si el Baskonia se ha distinguido por algo a lo largo de su historia es por su destreza para forjar estrellas o relanzar la carrera de sus jugadores con destino a la mejor liga del mundo.

A Toko no se le recuerdan actuaciones portentosas y las incógnitas se encuentran más centradas en su carácter y su mentalidad que en su calidad como baloncestista. Con dos años más de contrato asegurados y un caché elevado para las virtudes que está mostrando sobre la pista, la gran cuestión estriba en si el Baskonia tendrá la paciencia suficiente para aguardar su mejor versión o decidirá cortar por lo sano. Mercado y pretendientes no van a faltar, aunque su condición de jugador de formación obligará a medir las consecuencias de la hipotética decisión de abrirle la puerta de salida.