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Sevilla - Después de las enormes decepciones protagonizadas por el Laboral Kutxa en sus últimas comparecencias -en Tenerife el pasado fin de semana y ante el Unicaja en la Euroliga el jueves-, en el entorno baskonista anidaba un fundado temor al encuentro de la tarde de ayer en Sevilla. Si a la habitual incapacidad del cuadro vitoriano este curso para sacar réditos lejos del Buesa Arena se le suma la difícil digestión de haber tirado a la basura miserablemente el pasaporte para el Top 8 después de tenerlo al alcance de su mano, resultaba más que comprensible esa inquietud. Sin embargo, para sorpresa de casi todos, la puesta en escena alavesa en San Pablo estuvo repleta de aplomo y acierto.

Con una actitud perfecta plasmada en intensidad y entrega, el plantel azulgrana arrancó el choque dispuesto a resolverlo por la vía rápida. Y así pareció en unos primeros minutos en los que Shengelia, Causeur y San Emeterio ejercieron de punta de lanza de un juego colectivo preciso y precioso que desarboló por completo a un adversario que no se esperaba esa dureza en el intercambio de golpes desde tan temprano. Apoyado en un espectacular acierto en el lanzamiento de tres puntos (6/8), el Baskonia cerró un primer cuarto casi perfecto dejando en el aire la sensación de que el tercer triunfo como visitante de la contienda estaba ya en el bolsillo. Catorce puntos de diferencia (21-35) y una superioridad que, pese a los pequeños detalles por pulir, invitaba a pensar en una media hora restante plácida.

Un pronóstico que no hizo sino acrecentarse durante los diez minutos siguientes, en los que el Baloncesto Sevilla no solo no fue capaz de apretar el marcador sino que incluso vio cómo su desventaja se ampliaba. De esta manera, con Ibon Navarro dosificando los minutos de sus desgastados jugadores, el Laboral Kutxa siguió jugando a sus anchas y llegó a disfrutar de una máxima diferencia de 21 puntos a su favor (33-54, min. 19).

Ambos conjuntos enfilaron el camino de los vestuarios finalmente con un 39-56 y en dos dinámicas claramente opuestas. El local con la frustración propia del que se siente un juguete en manos de su rival y no es capaz de hacer nada por evitarlo y el visitante con la tranquilidad de haber recuperado las buenas sensaciones y estar en el camino correcto. No obstante, un tiempo muerto en el que Luis Casimiro elevó considerablemente el tono sobre sus pupilos -un arranque de carácter que en ocasiones se echa de menos en las filas vitorianas- ya anticipó lo que podía suceder en el intermedio.

Como si en lugar del preceptivo descanso lo que hubiera tenido lugar fuera un cambio de partido, el tercer cuarto sacó a relucir la increíble capacidad del Baskonia para complicarse la vida a sí mismo. Espoleados por la reprimenda de su entrenador, los integrantes del Sevilla elevaron su nivel defensivo y esa mínima complicación -previsible para cualquiera- fue suficiente para desmoronar el castillo de naipes azulgrana. Poco a poco el Laboral Kutxa fue entrando en una espiral de autodestrucción que le llevó a cometer un error tras otro al mismo tiempo que daba alas a su oponente para creer en una remontada por la que nadie habría apostado. Así, el equipo encajó un parcial de 21-5 en los últimos siete minutos del cuarto que le llevó del sofá a la silla eléctrica. Y es que sólo la falta de acierto local para aprovechar las varias ocasiones de que dispuso para culminar la voltereta le permitió iniciar el cuarto definitivo por delante (63-65)

Ahí, en el momento de la verdad, pese a no recuperar ni de lejos el nivel aceptable, el Baskonia recurrió a sus galones para terminar superando a un rival, no conviene olvidarlo, que está peleando por eludir el descenso. Causeur y San Emeterio -con alguna colaboración puntual de algún compañero- se echaron el equipo a la espalda y trasladaron la calma suficiente para sumar la tercera victoria del curso fuera de casa. Un triunfo, que debió llegar mucho antes.

Sin reacción. Después de haber alcanzado el descanso con una más que tranquilizadora ventaja en el marcador y cuando todo apuntaba a un segundo tiempo plácido, el Baloncesto Sevilla logró poner al Baskonia en la picota en el tercer cuarto sin que desde el banquillo azulgrana se pudiera parar la hemorragia de ninguna manera. En esos momentos de crisis, se echó en falta una reacción consistente.