Vitoria - Fabricio Raúl Jesús nació en la pequeña localidad de Las Varillas en la provincia de Córdoba a 600 kilómetros al norte de Buenos Aires. A los 7 ya jugaba con el club Huracán de su localidad natal. Con 16 años se instaló en la capital de la provincia para probar suerte en uno de los clubes más prestigiosos del país en sus diferentes especialidades, la Asociación Deportiva Atenas de Córdoba. Tuvo que vender su bicicleta y algunas otras propiedades para poder juntar 350 pesos con los que comprarse unas Nike de talla 49 con las que poder ejercitarse en óptimas condiciones en su primer contacto con el profesionalismo en un club en el que iba a coincidir con dos históricos jugadores del baloncesto argentino como Marcelo Milanesio y Héctor Campana. En las cinco temporadas que militó en el Atenas de Córdoba Oberto logró estrenar su amplio palmarés con un campeonato juvenil, tres campeonatos sudamericanos y una Liga Argentina ya en su última campaña, la 97-98, en la que fue además designado como el mejor jugador de la competición nacional.

Con apenas 23 años su notable crecimiento saltó a la fama en el Open McDonalds disputado en París. En el legendario palacio Paris Bercy el conjunto argentino se enfrentó a rivales como Benetton, Racing de Paris y Olympiacos. Sus grandes actuaciones en estos tres partidos resultaron decisivas para abrirse las puertas del baloncesto internacional, se llegó a entrevistar con el propietario de los Chicago Bulls en las entrañas del pabellón pero fue el conjunto de El Pireo el que apostó por el jugador argentino con un contrato por tres temporadas. Solo cumplió la primera, sin contar demasiado con la confianza de su técnico, Dusan Ivkovic. Disputó la Final Four de la Euroliga en Munich y su equipo cayó ante el Zalgiris en las semifinales. Descontento con su primera experiencia europea el poste argentino quiso probarse en las ligas de verano de la NBA ante el interés de franquicias como New York Knicks, pero la aventura americana no llegó a cuajar por desavenencias con su agente, que bloqueó cualquier opción de salida de Grecia para poder seguir cobrando la comisión del contrato con la entidad de La Paz y de la Amistad. El jugador entró en un proceso de depresión que le tuvo alejado de las canchas medio año, periodo en el que no llegó a volver a vestirse la camiseta roja del club griego, volvió a Las Varillas con sus padres y allí conoció a la que iba a ser su mujer, Lorena.

Fue a finales de noviembre de 1999 cuando entró en escena el Baskonia, que decidió pagar la cláusula de Fabricio Oberto, estipulada en más de un millón de euros de la época (entonces 180 millones de pesetas según algunas fuentes), que llegaba para ser una pieza angular del club vitoriano, un conjunto en el que se iba a encontrar con un viejo conocido, el seleccionador argentino Julio César Lamas. La temporada 99-00 fue para Oberto una campaña de transición en la que tenía que reencontrarse como jugador de élite además en una plantilla en la que el periodo de integración apenas existió al contar como compañeros con los también compatriotas Juan Alberto Espil, ya un jugador asentado en Vitoria y el joven e impetuoso Andrés Chapu Nocioni, de 19 años. Ellos fueron claves en su vuelta a la competición. Oberto estuvo a punto de emprender el camino de retorno a Argentina tras su primer partido como baskonista en Badalona. Juan Alberto Espil lo evitó y lo acogió en su domicilio para animar al poste (2,08 metros) a ser el mejor pívot nacido en la República Argentina.

Fue ya en la temporada siguiente (00-01) cuando Oberto comenzó a dar muestras de su potencial, como uno de los mejores pívots del baloncesto continental. En esa evolución fue clave la llegada de Dusko Ivanovic al banquillo del Buesa Arena, al que recuerda de la siguiente manera: “Con Ivanovic el equipo pasó a otra dimensión porque encontró los jugadores que se adaptaban a sus características como entrenador. Encajábamos a las mil maravillas. Es un entrenador muy disciplinado. Debes entender su sistema, que tampoco es complicado porque no pide mil cosas, pero sí quiere que hagas tres cosas a la perfección. Si no te gusta trabajar es difícil encajar con él. Recuerdo llegar a Vitoria cansadísimo de un viaje de madrugada e ir directo a entrenar para poder descansar más al día siguiente. Esas anécdotas nos forjaron como equipo”.

Una temporada en la que el Baskonia se plantó en la Final de la Euroliga ante la Kinder de Bolonia dejando por el camino a conjuntos griegos como AEK u Olympiacos: “Fuimos eliminando a todos los favoritos hasta llegar a la final. Recuerdo ese quinto partido en Italia porque ellos se pusieron diez puntos por delante en el marcador y nos resultó imposible cogerles en todo el encuentro. Griffith jugó el año de su vida. Además teniendo un perímetro como Ginobili, Jaric o Rigaudeau era imposible recibir ayudas en el 1x1 al poste bajo. De los momentos que más recuerdo fue el mate de mi amigo Timinskas, sobre todo porque mirabas al lituano y te parecía imposible que hubiera volado de esa manera. El mate creo que marca la diferencia de ver un gran partido de Euroliga, porque ese tipo de jugadas es casi imposible verla en baloncesto FIBA”.

Un histórico año que fue la antesala para los éxitos que sí llegaron en la campaña 01-02 con el recordado doblete, una temporada que puso en evidencia que ese Baskonia aspiraba seriamente a a disputar cualquier competición, como afirmó el 14 de aquel Tau Cerámica en el libro Memoria Baskonista: “Cuando ganas un trofeo tan importante como la Copa del Rey, te quitas un peso muy importante de encima y toda la presión por ganar desaparece. Entonces, nosotros fuimos a Málaga concentrados y tranquilos, casi disfrutando la situación. Cerramos los dos partidos ante Unicaja muy bien y sobre todo con un gran Bennett. La faena solo había que rematarla en Vitoria y así lo hicimos”. Con ambos trofeos en el bolsillo, Oberto cambió el Baskonia por el Valencia junto a su compañero en la zona Dejan Tomasevic para liderar un ambicioso proyecto en La Fonteta. En las tres temporadas que militó en la capital del Turia volvió a ser un jugador determinante bajo los aros, logró una Copa Uleb en 2003 y ser subcampeón de Liga ese mismo curso, pero la entidad levantina, pese a los esfuerzos económicos realizados, no logró culminar esta apuesta por asentar al entonces Pamesa en la Euroliga, hecho que implicó la salida del center argentino de manera definitiva hacia la NBA, con un contrato garantizado en una de las franquicias más importantes de la competición norteamericana como San Antonio Spurs. Militó cuatro temporadas en la franquicia texana, fue un jugador muy útil saliendo desde el banquillo dando minutos de calidad de descanso a su estrella Tim Duncan. Su mejor campaña fue la temporada 06-07, en la que el equipo de El Alamo logró sumar sur tercer anillo de la NBA. El pívot argentino tuvo destacadas actuaciones durante esos play off, clave para lograr el titulo de campeón de la Conferencia Oeste ante Utah y también en la serie final ante los Cavs de Lebron James.

Problemas de corazón Dos años después comenzó a sufrir los primeros problemas cardiacos que iban a condicionar sus últimas temporadas como jugador profesional. En junio de 2009 tuvo que ser intervenido por una arritmia cardiaca que se había producido durante un entrenamiento mediante cardioversión, que consistía en un shock eléctrico para restablecer el ritmo cardiaco a la normalidad. Dos días después de este reseteo de su corazón Oberto estaba de nuevo con sus compañeros compitiendo contra Dallas Mavericks. Semanas después acabó su vínculo con los Spurs, que incorporaron en su misma posición a Tiago Splitter. A partir de ahí los controles médicos continuaron de manera frecuente, el argentino firmó por los Washington Wizards y, sin demasiada presencia sobre la pista, completó la temporada 09-10. En el verano do 2010 cambió de equipo, se incorporó a los Portland Trail Blazers y, tras cinco partidos oficiales, volvieron a reproducirse sus problemas cardiacos tras un encuentro disputado en Milwaukee, hecho que motivó su retirada momentánea de las canchas. De vuelta ya en Argentina se fue sometiendo a nuevos estudios médicos, volvió a entrenarse con Atenas de Córdoba y se reincorporó a la selección argentina en el preolímpico disputado en Mar de Plata, torneo que el combinado albiceleste conquistó y en el que obtuvo el pasaporte a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Oberto apuró sus últimos meses como profesional en el Atenas de Córdoba hasta que decidió ya por fin retirarse con todos los honores el 31 de enero de 2013 con 38 años.

Fabricio Oberto lideró a la mejor selección de Argentina de todos los tiempos, la conocida Generación Dorada que llegó a ser subcampeona del Mundo en 2002 y campeona Olímpica en los Juegos de Atenas en 2004, junto a los también exbaskonistas Luis Scola, Andrés Nocioni, Hugo Sconochini, Gaby Fernández, Walter Herrmann y Rubén Wolkowyski además de Manu Ginobilli, Pepe Sánchez, Carlos Delfino, Leo Gutiérrez y Alejandro Montecchia. También lograron el bronce en los Juegos de Pekín en 2008 y cuatro años después ocuparon el cuarto puesto al caer ante Rusia en Londres en el partido por el 3º y 4º puesto. Oberto debutó con la selección en 1995 y conoció a la camada anterior que fue pionera en dar el salto a Europa con Marcelo Nicola, Juan Alberto Espil y Hugo Sconochini. Disputó los juegos Olímpicos de Atenas en 1996 y fue a partir del Torneo de las Américas de 1999 cuando se produjo el relevo generacional que cambió la historia del baloncesto argentino tal como la conocemos y ser capaz de batir por primera vez a una selección de Estados Unidos compuesta por jugadores de la NBA como sucedió en el Mundial de Mineapolis 2002 (87-80 ) y también en las semifinales de los Juegos Olímpicos de 2004.