vitoria - En una situación tan angustiosa como la que vive actualmente el Baskonia con dos jugadores esenciales de su engranaje fuera de combate por sanción (Shengelia) y lesión (Bertans), cualquier contribución en la jornada de ayer resultaba impagable. Pues bien, ésta llegó de las manos de Ben Hansbrough, un escolta que acreditó ante el Valencia Basket que ha aterrizado en el Buesa Arena hasta el final de la temporada para ser algo más que un simple cancerbero defensivo. El estadounidense, último refuerzo azulgrana dentro de su reconstrucción navideña, rubricó ante los taronjas su actuación más completa desde que se encuentra en Vitoria.
A su tradicional solvencia defensiva, unió esta vez un desparpajo inusual en ataque. Nada más pisar la pista en el minuto 9 con 20-11 en el marcador, dejó claras sus intenciones con una penetración racial que anticipó otra actitud más agresiva ante el aro rival. Con la consigna clara de dar un paso al frente ante la sensible baja del francotirador letón y a la espera del inminente fichaje que concrete el club para su debilitado perímetro, el de Missouri era consciente de que debía aparcar su timidez para asumir responsabilidades. Pues bien, lo hizo de forma notable para sorpresa de compañeros, técnicos y afición.
Vertical, ambicioso e incisivo, Hansbrough no dudó en pedir el balón para erigirse en una velada amenaza mientras Causeur o San Emeterio recibían oxígeno en el banquillo. Ese cambio de mentalidad le permitió acudir en varias ocasiones a la línea de personal en el segundo cuarto. En el epílogo su importancia también fue capital hasta que la cuarta personal le obligó a Ibon Navarro a retirarle de la cancha. Con una doble y un triple, había aportado con anterioridad su granito de arena para que el Baskonia mantuviese a raya al conjunto levantino. Al término de los cuarenta minutos, alcanzó por primera vez los dobles dígitos en su décimo duelo como azulgrana y confirmó con claridad que ya se encuentra restablecido del esguince de tobillo que le mantuvo en el dique seco algo más de dos semanas.
Tras recuperarse en un tiempo récord y acortar los plazos médicos, en Milán acusó la falta de ritmo y las secuelas de la lesión todavía eran visibles. En un equipo plagado de dinamitadores, Hansbrough quiso reivindicarse y acreditar que también puede gozar de un espacio a la hora de exhibir su mano caliente. Algo que, por otro lado, siempre consiguió durante su periplo en Las Palmas.